Padecer de miedo constante, ataques de pánico o sentirse agobiado por preocupaciones recurrentes que afecten el normal desempeño cotidiano puede llegar a ser un problema de salud mental. El TAG es perfectamente controlable si se consigue la ayuda necesaria.
Tener algún episodio de ansiedad o pánico es una situación normal cuando se pasa por un momento de estrés o situaciones difíciles, el problema es cuando la sensación de miedo es un acompañante constante. El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es una patología limitante que puede impedir, a quien la sufre, vivir una vida normal.
Se considera una enfermedad mental que tiene como principal característica que el afectado presenta un estado exacerbado de ansiedad permanente e incontrolable.
A algunas personas les cuesta entender que se trata de una enfermedad y no saben cómo comportarse con quienes la sufren o qué hacer si la padecen. Tener información de expertos y saber a quién acudir es esencial para enfrentar y controlar los síntomas.
La ansiedad generalizada afecta a entre el 3 % y el 5 % de los adultos, las mujeres son más propensas con un porcentaje superior al 50 % que los hombres. El TAG hace que la persona que sufre se encuentre en un estado de preocupación y nerviosismo gran parte de su tiempo. La afección puede manifestarse durante meses, incluso años, si no se toman medidas adecuadas.
Signos de alarma
El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) indica que el TAG no surge de repente, se va desarrollando lentamente. Es frecuente que aparezca después de los 30 años, sin embargo, también se da en niños, por lo que la edad no es excluyente.
Un signo que puede indicar que se padece el trastorno es cuando no se puede controlar la preocupación o nerviosismo por situaciones cotidianas. Generalmente, se tiene consciencia de que el problema no es para tanto, pero escapa de las manos el contener las ansias.
Otras señales son: tener problemas de concentración o para relajarse, estar constantemente inquieto, padecer de cansancio crónico, ser susceptible a las sorpresas. Frecuentemente, las personas con TAG son insomnes o presentan dificultades para permanecer dormidas; sufren de dolores de cabeza y de estómago, tensión muscular o malestares cuyo origen es difícil de detectar.
Los signos incluyen: dificultades para tragar, manifestar tics nerviosos, sudor copioso, mareo, sensación de ahogo o ir con frecuencia al baño. La depresión, la inseguridad y la falta de esperanza son otras manifestaciones del síndrome.
Detonantes del TAG
Algunos factores internos o externos pueden detonar episodios de ansiedad, dependiendo de la edad de la persona. A menudo, los niños y los adolescentes con TAG se ven sobrepasados por preocupaciones relacionadas con el rendimiento en actividades deportivas o académicas; situación de salud de personas allegadas o por eventos de índole catastróficos (epidemias, guerras…).
Por su parte, los adultos con síndrome de ansiedad se alteran por situaciones relativas al trabajo, las finanzas, la salud, la seguridad de los hijos o los integrantes de la familia. También pueden sentir estrés extremo con lo relativo al cumplimiento de obligaciones, deudas, tareas en el trabajo o el hogar.
El trastorno puede generar manifestaciones físicas como dificultades para respirar, dolor, cansancio y otros síntomas que interfieren en su día a día. El TAG puede tener etapas de mejoría o agravamiento, esto último cuando hay épocas estresantes (exámenes, enfermedades o eventos conflictivos).
¿Qué provoca el TAG?
El trastorno de ansiedad generalizada puede deberse a múltiples factores. Agunas investigaciones indican que existen genes que incrementan la propensión a sufrir este problema.
En el ámbito de la biología, se ha demostrado, igualmente, que algunas personas son más sensibles a estar en contacto con estímulos que derivan en el padecimiento de algún grado de ansiedad generalizada. Esta propensión se adquiere en el desarrollo o se hereda.
También existen factores externos, como vivir en un ambiente cargado de estrés o haber sufrido alguna situación traumática que pueden conllevar a sufrir del trastorno. Además, hay patologías como la depresión o problemas afectivos que desencadenan el TAG.
Opciones de tratamiento
Lo recomendable cuando comienzan a aparecer señales de problemas de ansiedad, o si se tiene personas cercanas que manifiesten síntomas, es indagar sobre el tema y, si existen claros indicios, acudir a la ayuda profesional.
Existen una gran variedad de tratamientos disponibles para controlar el TAG, su aplicación depende de qué tan grave es el problema y lo que determinen los profesionales (médico, terapista, psicólogo, psiquiatra).
Algunas personas se refugian en métodos de autoayuda para superar los ataques de ansiedad, por medio de yoga, meditación, cambios de hábitos, actividades recreativas, lectura y otras medidas para reducir los niveles de estrés.
Hay que acudir a terapia psicológica con el propósito de canalizar las ideas, entender lo que ocurre y cambiar los patrones de conducta para manejar la ansiedad. Existen también grupos de ayuda y terapias de grupo para unir fuerzas con personas que enfrentan los mismos problemas. Esta última acción es una ayuda, debido a que, quienes sufren TAG saben que su padecimiento es compartido, lo cual borra complejos.
Existen tratamientos farmacológicos que permiten aliviar los síntomas del TAG, especialmente ansiolíticos, antidepresivos o antipsicóticos. Estos deben ser administrados bajo vigilancia médica. No se recomienda, en ningún caso, la automedicación.
Siempre es esencial detectar el problema. Mientras más pronto, mejor. Lo ideal es comenzar ejerciendo actividades relajantes para tratar de solventar el problema mediante técnicas de relajación o de actividades positivas. En caso de que nada de esto resulte, es necesario buscar ayuda profesional.
Es vital entender que millones de personas en el mundo sufren este trastorno y que puede ser controlado con la ayuda oportuna.
Apoyarse en otras personas para enfrentar el problema, es siempre un buen consejo, lo importante es saber que, al tratarse de una patología, el tratamiento puede llevar un tiempo. Es necesario enfrentarse a la enfermedad sin estigmas.
Acudir a profesionales expertos es una vía ideal de encontrar el mejor tratamiento que se adecúe al grado de ansiedad. Lo importante es conseguir el camino para volver a ser feliz y productivo, superando la barrera que genera la preocupación extrema.
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