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Es prudente limitar el tiempo que los niños ven televisión. De hecho, los padres tienen que ser los monitores de televisión de sus hijos. La televisión no es interactiva sino hipnótica. Crea experiencias pasivas, frustrando la imaginación y el juego creativo. Además, los estudios muestran que ver demasiada televisión está relacionado con un malestar similar a la depresión, incluso en niños muy pequeños.

Puede protestar al señalar que su hijo ve televisión educativa. Pero si los programas educativos muestran que su hijo está mirando números y letras parpadeantes durante el período de hiperdesarrollo cerebral antes de los dos años, pueden crear problemas de aprendizaje similares a ADD y ADHD, por lo que el cerebro en crecimiento de su hijo reacciona a patrones de destellos que lo ponen en alerta máxima.[1]

Sin embargo, después de los dos años, los programas del pasado, como Barrio Sésamo y El barrio de Mister Rogers, no solo pueden fomentar la confianza sino también la autoestima. En familias sin padres, programas como Mister Rogers’ Neighborhood ofrecieron a los niños un sustituto paterno de un padre amable, cariñoso y tolerante.

Un modelo a seguir masculino positivo es fundamental, ya que los niños tienen sed de ese padre perdido sin tener idea de cómo debería ser ese padre. Exponerlos a un modelo masculino positivo les da la oportunidad de desarrollar habilidades de interacción emocional y obtener el aporte psicológico necesario. Los estudios indican que los niños sin un padre a quien emular corren un mayor riesgo de retraso en la madurez, ya que buscan la confirmación y el vínculo de un padre desaparecido.

Al supervisar la dieta de televisión y video de su hijo, permita solo una cantidad de tiempo frente a la pantalla adecuada para su edad y asegúrese de controlar cualquier programación violenta en el hogar. Hay mucho que decir sobre los efectos de la violencia en un cerebro en crecimiento. Los estudios muestran que un adulto que mira una hora de violencia a la semana almacena la memoria visual en el cerebro como abuso; Considere el cerebro en desarrollo de su hijo creando recuerdos de violencia televisiva como experiencias personales de abuso. La imaginación de su hijo la coloca en la historia. Ver imágenes violentas puede generar luego falsos recuerdos de abuso.

Sea el compañero de hogar de su hijo. Al mirar televisión juntos, estarán disponibles para explicar y discutir lo que su hijo está viendo, haciendo y respondiendo cualquier pregunta que pueda surgir. De esa manera, puede confrontar opiniones que no respaldan su sistema de valores.

Puedes generar una conversación activa, hablando de los temas y personajes de cada programa. Si desea que su hijo se beneficie de la programación televisiva, debe participar activamente. Además, comunique sus pensamientos y sentimientos sobre cada programa, expandiendo el juicio de su hijo para discernir la realidad de la ficción. Al señalar la diferencia entre un programa y un comercial, fantasía y realidad, le está enseñando a su hijo a convertirse en una audiencia inteligente y exigente.

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