Seleccionar página

La gracia no está en la parte superior de la lista de valores modernos. Pero debería serlo.

Las Tres Gracias de la mitología griega y romana eran diosas hermanas que impartían encanto, buen humor y belleza. También conocidas como organizaciones benéficas, han presidido varios otros placeres de la vida, como los juegos de azar y las decoraciones florales. Trajeron felicidad a través del refinamiento y la dulzura.

En el judaísmo, la gracia es el don espontáneo de afecto, misericordia y compasión. En el cristianismo se dice que aquellos que han sido bendecidos por Dios han recibido la gracia de Dios. En la filosofía china, cuando el corazón siente empatía, especialmente por los oprimidos, una persona ha sido tocada por la gracia.

Las personas amables son amables y su comportamiento se caracteriza por el tacto. La amabilidad puede ser superficial, pero a veces lo que está en la superficie es lo suficientemente bueno.

Una persona amable es una persona amable, alguien que al menos trata de no herir los sentimientos de los demás con palabras incómodas o acciones irreflexivas. Vivir en gracia es caminar con ligereza y dejar el mundo bendecido con tu presencia.

Aquí hay una historia real de la India que ilustra el punto de bondad entre los oponentes:

Muhammad Jinnah y Mohandas Gandhi eran opositores políticos que participaron en difíciles discusiones emocionales, intelectuales y políticas sobre el futuro de la India al borde de la independencia de Gran Bretaña. En un intento por lograr una visión compartida sobre el futuro del subcontinente, Gandhi invitó a Jinnah a su casa en la cima de Malabar Hill en Mumbai.

Un día, al final de sus charlas, Jinnah mencionó que sufría de un sarpullido en uno de sus pies.

Gandhi inmediatamente le pidió a Jinnah que se quitara el zapato y el calcetín. Gandhi tomó su pie en sus manos y dijo: “Sé lo que te curará. Lo enviaré mañana por la mañana.

Al día siguiente llegó una caja de mezcla de arcilla. Por alguna razón, Jinnah no lo usó. Cuando se reunieron esa noche para seguir hablando, Jinnah, no queriendo ofender a Gandhi, le dio las gracias y le dijo que había usado la medicina y le había aliviado el dolor.