Fuente: Mariam El AICHAOUI. Comité. [Public domain] de Wikimedia Commons
Vivimos en un mundo desequilibrado, a nivel personal, político, económico y medioambiental. Al caer en la polarización política, los estadounidenses reaccionaron a la defensiva, atacando «al otro lado» en lugar de trabajar juntos para resolver nuestros problemas.
Una de las razones de esta polarización es lo que los psicólogos denominan ‘sesgo de confirmación’, en el que nuestras creencias y emociones nublan nuestra percepción, obligándonos a interpretar la información para que coincida con nuestras expectativas (Evans, 2016; Nickerson, 1998). Con demasiada frecuencia vemos lo que queremos ver, lo que tememos ver o lo que esperamos ver en lugar de lo que realmente existe.
El sesgo de confirmación socava nuestras relaciones, nuestra eficiencia en el trabajo y nuestra capacidad para resolver problemas tanto a nivel personal como político.
Ya en el siglo XVII, Francis Bacon (1620) reconoció esta tendencia, llamando a nuestros prejuicios “Los cuatro ídolos”. Los identificó como los ídolos de la cueva (prejuicio basado en la experiencia personal), la tribu (prejuicio basado en los límites de los sentidos humanos y las respuestas emocionales), el teatro (prejuicio basado en nuestros sistemas de creencias) y el mercado (prejuicio basado en las respuestas). a palabras y símbolos).
Durante años, los estudios sobre el sesgo de confirmación han demostrado cómo nuestras expectativas subyacentes moldean nuestra percepción de la realidad (Nickerson, 1998). Por ejemplo, las personas han atribuido inteligencia y logros académicos a los niños en función del nivel socioeconómico de sus padres (Darley y Gross, 1983). Y hoy, recibir nuestras noticias de un solo canal de televisión por cable inevitablemente da forma a nuestra percepción de las noticias.
El sesgo de confirmación plantea una pregunta seria: si vemos nuestro mundo a través de lentes coloreados por nuestras expectativas, ¿cómo podemos comprender y resolver los complejos problemas de nuestro tiempo?
Una respuesta proviene de dos estudios de la Universidad de Illinois. Los investigadores Ivan Hernandez y Jesse Lee Preston (2013) pidieron a los participantes del estudio que leyeran textos políticos y legales en Times New Roman o en una versión difícil de leer y disfluida (en una fuente desconocida o débilmente legible, degradada por sucesivas fotocopias). . Descubrieron que el esfuerzo requerido para leer el material en el texto disfluido hizo que los participantes se ralentizaran, produciendo un examen más cuidadoso y reflexivo del material. En lugar de responder con sesgo de confirmación, los participantes hicieron un mayor uso de sus habilidades cognitivas de nivel superior.
Según los investigadores, los «resultados sugieren que cambiar el estilo de presentación de un argumento puede conducir a un cambio de actitud, favoreciendo una consideración más completa de puntos de vista opuestos» (Hernandez & Preston, 2013, p. 178).
Otros estudios pueden ofrecer información adicional, revelando las diferentes áreas del cerebro involucradas. Pero a partir de este estudio, podemos ver que ralentizar la concentración puede ayudarnos a superar el sesgo de confirmación.
Tal vez la próxima vez que se enfrente a un problema político candente, oa alguien con puntos de vista opuestos, podría intentar reducir la velocidad para concentrarse e involucrar sus recursos cognitivos de nivel superior.
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