¿Alguna vez ha tenido un momento en el que sintió que algo andaba mal? ¿Quizás entrar en un estacionamiento a altas horas de la noche o sentirse negativo con alguien sin saber por qué? Y si ha pasado por esto antes, ¿lo ha ignorado, descartándolo como una tontería ilógica?
Como cultura, hemos llegado a creer que la racionalidad es lo que debe prevalecer al tomar decisiones sobre todo, desde fusiones comerciales cruciales hasta qué comer para el almuerzo. Pero, ¿qué pasa con esa «voz interior», esa intuición, ese pequeño algo instintivo en el interior que nos dice cómo nos sentimos bajo estas capas lógicas?
Así es como defino instinto e intuición:
• El instinto es nuestra inclinación innata hacia un comportamiento particular (en oposición a una respuesta aprendida).
• Una intuición, o intuición, es una sensación que surge rápidamente en la conciencia (lo suficientemente perceptible como para actuar sobre ella si decidimos hacerlo) sin que estemos plenamente conscientes de las razones subyacentes de su aparición.
• La intuición es un proceso que nos da la capacidad de saber algo directamente sin razonamiento analítico, reduciendo la brecha entre las partes conscientes y no conscientes de nuestra mente, y también entre el instinto y la razón.
Esencialmente, necesitamos tanto el instinto como la razón para tomar las mejores decisiones posibles para nosotros, nuestros negocios y nuestras familias. Desafortunadamente, muchos de nosotros, incluso cuando tenemos éxito en el uso de esta parte menos reconocida de nosotros, nos sentimos incómodos al usar nuestros instintos como una herramienta de orientación. Nos avergüenza decir que seguimos corazonadas, desconfiamos de los mensajes a veces crípticos que nos envían nuestros instintos y, como resultado, disminuimos nuestra capacidad para aprovechar el poder de nuestros propios instintos cuando más los necesitamos. Nuestra incomodidad por confiar en nuestros instintos se basa en milenios de prejuicios culturales.
Piense en la frase común: “No somos como animales. Ella nos dice que la supuesta diferencia entre humanos y animales es la capacidad de los humanos para razonar con nuestros impulsos instintivos, y el mensaje tácito es que la razón es más alta y mejor. calidad para poseer. El punto es que no solo amamos a los animales, somos animales. Sin embargo, somos animales con la clara ventaja de tener instinto y razón. Entonces, de hecho, no tenemos que rechazar ni la moralidad ni el instinto; más bien, tenemos la capacidad de honrar e invocar a ambos.
No tenemos que rechazar la lógica científica para aprovechar el instinto. Podemos honrar y hacer uso de todas estas herramientas, y podemos buscar un equilibrio.
¿Cómo integrar la intuición en nuestra vida diaria? Dado que hemos pasado tanto tiempo ignorando o rechazando este aspecto del yo, ¿cómo podemos ahora reintegrarlo con éxito en nuestras decisiones prácticas? La respuesta es simple: habla con ella.
El consciente es un experto en lógica y la utilizará sin descanso. Por el contrario, la mente inconsciente busca en el pasado, presente y futuro y se conecta con corazonadas y sentimientos de una manera no lineal. Su proceso es críptico para la mente lógica, ya que desafía las leyes convencionales del tiempo y el espacio. Por ejemplo:
Tu: ¿Qué debo ponerme hoy?
Tu inconsciente: rojo.
Tu: Rojo que?
Tu inconsciente: no lo sé, solo algo rojo.
Tu por que?
Tu inconsciente: se siente bien.
Tú: Pero hoy tengo una entrevista; ¿No es el rojo demasiado agresivo?
Tu inconsciente: pierdes el punto.
Tu: ¿Para qué es?
Tu inconsciente: Te gusta el rojo. Te hace feliz.
Tú: ¿Qué tiene que ver la felicidad con esto?
Tu inconsciente: todo.
¿Cómo? ‘O’ ¿Qué?
Tu inconsciente: verás; solo confía en mí en eso.
Y tal vez al hacer eso, porque simplemente te sientes bien, obtienes más confianza en tu entrevista y consigues el trabajo sobre esa base. Tal vez a tu entrevistador le guste el rojo y aprecie que fuiste lo suficientemente audaz como para no vestirte de negro. Quizás el color es lo que te distingue de muchos otros. ¿Quién sabe? El caso es que escuchaste tus instintos y tomaste tu decisión, teniendo en cuenta tu intuición y aprovechándola, independientemente de las razones lógicas.
Pero no nos detengamos ahí. Aquí hay tres formas de escuchar esta voz interior y hacer espacio para ella en su vida diaria:
1 – Lleva un diario. Escribir sus pensamientos y sentimientos en un papel, incluso si cree que tiene poco que decir, ayuda a que la mente inconsciente se abra. Puede encontrar que escribe palabras y frases que no tienen sentido para usted, o que provocan respuestas emocionales en lugar de respuestas intelectuales. Cuando eso pasa …
2 – Apaga tu crítico interior. Muchas veces, racionalizamos estas voces internas. Esta vez escuche sin juzgar. Deje que los diálogos internos se desarrollen sin miedo ni ridículo.
3 – Encuentra un lugar solitario. Un lugar donde puedas dejar que las emociones fluyan libremente es un imperativo para encontrar y mantener los componentes básicos de la intuición. Aquí también puede querer vincularse emocionalmente con un objeto, color, pieza musical o literatura, cualquier cosa que permita que los sentimientos surjan solo desde adentro.
Estos tres ejercicios te ayudarán a crear una relación nueva y más profunda contigo mismo, te ayudarán a aclarar esa voz interior y te permitirán devolver tu verdadera conciencia instintiva a tu vida cotidiana racional.
Comentarios recientes