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Hacemos hincapié en nuestra capacidad para cumplir con las resoluciones de Año Nuevo que tomamos hasta el punto en que cumplirlas indica éxito y no cumplirlas constituye un fracaso. ¿Qué hacemos con nuestros “fracasos”? ¿Despreciamos haber resuelto alguna vez hacer algo diferente? ¿Olvidamos esos compromisos hasta el próximo año cuando podamos volver a hacerlos? ¿O miramos cómo y por qué fallamos el año anterior en cumplir las promesas que nos hicimos a nosotros mismos?

Explorando Límites y Obstáculos

El éxito o el fracaso no se pueden definir simplemente. El éxito a menudo implica tomar riesgos o empujarnos más allá de un estado establecido, pero la posibilidad de fallar está siempre presente. El fracaso es el reconocimiento de que nos hemos empujado más allá de nuestros límites. La disposición a aceptar el fracaso nos proporciona información útil para el aprendizaje. Ver cómo o por qué fallamos puede permitirnos crecer y puede ser la clave para lograr nuestras metas.

Sin embargo, aprender del fracaso puede ser difícil dadas sus diversas barreras emocionales y cognitivas (Eskreis-Winkler & Fishbach, 2022). Aunque el fracaso contiene información útil, es una amenaza para el ego, por lo que podemos evadir examinar lo que nuestro fracaso intenta decirnos. Además, la información en caso de falla es difícil de extraer (Eskreis-Winkler & Fishbach, 2022). Por ejemplo, la vergüenza experimentada por el fracaso puede oscurecer las lecciones aprendidas. Por lo tanto, no lograr las metas que nos propongamos puede tener consecuencias para nuestro sentido de nosotros mismos. En lugar de buscar lo que podemos aprender del fracaso, podemos evadir reconocer y explorar la experiencia.

Los investigadores han descubierto que cuando las personas fallan, tienden a dejar de prestar atención, lo que compromete la memoria y hace que el aprendizaje sea casi imposible. (Eskreis-Winkler & Fishbach, 2022). Por ejemplo, si una persona que falla infiere que no tendrá éxito, puede socavar su compromiso percibido, ya que la retroalimentación negativa puede disminuir su confianza en que se puede lograr su objetivo (Atkinson, 1964; Bandura y Cervone, 1983; Eskreis-Winkler y Fishbach). , 2022). Si nos desconectamos del fracaso y, en respuesta, retrocedemos o desarrollamos una visión propia inflada, nos resultará más difícil aprender de nuestros errores (Eskreis-Winkler & Fishbach, 2022; Liu et al., 2021).

El arrepentimiento del fracaso

El arrepentimiento puede ayudarnos a aprender de los errores del pasado y corregir nuestro comportamiento futuro (Zeelenberg & Pieters, 2007). Sin embargo, tenemos que tolerar sentir sus efectos mientras echamos un vistazo a su significado. La experiencia del arrepentimiento resulta de mezclar la vergüenza con el miedo y la angustia. En el caso del arrepentimiento, la vergüenza se desencadena por la conciencia de la propia acción o inacción, que se acompaña de temor al castigo por la conducta y angustia que produce la constancia de la vergüenza (Nathanson, 1992). Las emociones productoras de arrepentimiento se activan repetidamente, por lo que es difícil deshacernos de los pensamientos asociados a él, como obsesionarse con el descuido de la resolución que hicimos el año pasado y sus consecuencias. No es de extrañar que tratemos de olvidarnos de las promesas que nos hacemos a nosotros mismos y que no cumplimos.

A pesar de lo negativo que pueda sentirse el arrepentimiento, representa una retroalimentación interna sobre el desempeño y cumple una importante función de autosupervisión. Es posible que echar un vistazo al desempeño de uno no influya necesariamente en el comportamiento futuro, pero la evaluación retrospectiva ciertamente tiene el potencial de proporcionar una experiencia de aprendizaje. Según los científicos cognitivos, la corteza orbitofrontal, una región en los lóbulos frontales del cerebro, juega un papel fundamental en la mediación de las experiencias de arrepentimiento (Camille, et al., 2004). El proceso cognitivo, conocido como pensamiento contrafáctico, tiene que ver con nuestra evaluación de lo que se ganó en comparación con lo que se habría ganado si hubiéramos tomado una decisión diferente (Zeelenberg, et al., 1998). Los investigadores encontraron que las personas con lesiones corticales orbitofrontales no anticipan las consecuencias negativas de sus elecciones y no reportan arrepentimiento, y los sujetos normales optaron por minimizar el arrepentimiento futuro y aprendieron de su experiencia emocional involucrada con su pensamiento contrafáctico. Tal vez podamos prestar más atención a las promesas fallidas que nos hacemos a nosotros mismos y utilizar la motivación que proporciona el arrepentimiento para continuar con nuestros esfuerzos.

Reflexionando sobre nuestro yo futuro

Podemos usar nuestra imaginación para ser la versión futura de nosotros mismos, con todas las cogniciones y emociones que tendremos, para darle a la versión actual de nosotros mismos la motivación para tomar decisiones que nuestro yo futuro querría (JL Parris, comunicación personal, 27/11/ 22). Por ejemplo, suponga que decide beber menos entre semana. Si nos enfrentamos a lo que se siente como una tentación abrumadora de tomar un trago, podemos imaginarnos la versión futura de nosotros mismos recordando la decisión que estamos a punto de tomar, específicamente, recordando si ceder a la tentación o no, y usar la forma en que pensar y sentir sobre la decisión para generar motivación.

Usar el yo futuro de esta manera puede ser una herramienta poderosa para tomar mejores decisiones. Una razón es que nos permite aprovechar la motivación que proviene de desear poder mejorar el pasado. También nos beneficiamos de la perspectiva a largo plazo que nuestra imaginación puede brindar cuando extrapolamos hacia el futuro; cuando imaginamos una versión futura de nosotros mismos, podemos ver las posibles consecuencias o beneficios de nuestras acciones y sentirnos motivados a tomar decisiones para evitar esas consecuencias u obtener esos beneficios. Cuando se enfrenta a una tentación, puede ser fácil concentrarse en el placer a corto plazo sin considerar las consecuencias a largo plazo. Al imaginarnos como la versión futura de nosotros mismos, podemos ver el impacto a largo plazo de nuestras decisiones basadas en nuestras elecciones.

Triunfando frente al fracaso

El fracaso es una parte natural del aprendizaje, lo que implica estar abierto a la crítica y sacar provecho de nuestros errores. Necesitamos estar dispuestos a tomar riesgos y desafiarnos a nosotros mismos. En última instancia, tener éxito frente al fracaso puede proporcionar una sensación de logro y orgullo. No hay nada más dulce que tener éxito en un campo donde antes no podíamos. Además, cuando se trata de resoluciones de Año Nuevo, es solo entre nosotros y nosotros.

Resiliencia Lecturas esenciales

Extraído en parte de mi libro What Motivates Getting Things Done: Procrastination, Emotions, and Success (Rowman & Littlefield, 2017); Mi agradecimiento al Dr. Julian Parris por sus comentarios con respecto a esta publicación.