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Por el Dr. John D. Rich, Rameeka Manning y Brionne Cage

La educación feminista es una forma de llevar el pensamiento crítico al aula. Pero, ¿qué es la educación feminista? ¿Cómo pueden los educadores utilizar la educación feminista como una forma de llevar el pensamiento crítico a las aulas? En su artículo de 1992, Jean Shackelford afirma que la educación feminista fue un nombre utilizado durante la década de 1980 para mezclar una amplia variedad de métodos de enseñanza en el aula que no tenían una perspectiva eurocéntrica del dominio masculino blanco. Este estilo fue adoptado por las feministas en los currículos de estudios feministas, y luego adoptado por hombres y mujeres que enseñan en diferentes campos. El trabajo de Susan Feiner y Barbara Morgan en 1987 sugiere que hay poca o ninguna inclusión de la raza o el género en los libros de texto de los cursos de introducción y, cuando se incluye, el material es generalmente estereotipado o sesgado. El uso de la educación feminista introduce diferentes perspectivas sobre la forma normativa de mirar el mundo. El pensamiento crítico implica la capacidad de pensar fuera de la caja de la creencia general. Al crear una sensación de desequilibrio en la mente de los estudiantes, un maestro puede sugerir actividades para modelar el pensamiento crítico. Hay muchas formas de lograr este objetivo, pero en este artículo analizaremos las estrategias que se pueden utilizar con el contenido y el material del curso; ambiente y actitudes del aula; y tarea.

Contenido y materiales del curso

Según Shackelford, una forma de llevar el pensamiento crítico a las aulas a través de la educación feminista es seleccionar cuidadosamente el contenido y los materiales del curso. Los educadores deben incluir materiales que permitan a los estudiantes examinar (así como crear) información y, igualmente importante, considerar diferentes formas de descubrir esa información. Los trabajos de investigación en los que los estudiantes reflexionan y critican el trabajo de un investigador no solo mejoran la comprensión del trabajo de los estudiantes, sino que también pueden llevarlos a practicar el arte del escepticismo.

El contenido y el material del curso deben mejorar las habilidades de resolución de problemas, lo que a su vez enseñará a los estudiantes cómo crear buenas preguntas. El uso de estas preguntas puede desencadenar un diálogo sobre temas como las implicaciones políticas de las políticas. Según Burbules y Berk (1999), la capacidad de reflexionar sobre las propias perspectivas y suposiciones es un aspecto importante del pensamiento crítico. Sin embargo, nadie puede pensar solo. Por tanto, la reflexión es más eficaz cuando se combina con el diálogo.

Entorno del aula

En las instituciones de educación superior tradicionales, los instructores tienen poder sobre una clase desde el momento en que se reciben las listas de clases hasta que se entregan las calificaciones finales. Según Shackelford, no hay forma de escapar de la autoridad que viene con la lista. Sin embargo, es posible desarrollar diferentes métodos además de una “enseñanza de dominancia”. En cambio, los instructores pueden promover un ambiente de clase basado en la democracia. Al hacerlo, los instructores deben ser conscientes de la diversidad del alumnado y buscar incluir a cada individuo en las discusiones para obtener contribuciones diversas.

Los profesores pueden establecer un horario de debate abierto para que los estudiantes contribuyan al curso. Esto permite a los estudiantes entablar conversaciones y explorar las ideas de los demás en pie de igualdad. «Este programa de discusión abierta también puede incluir información sobre procesos, objetivos, contenido, diseño de cursos e incluso métodos de evaluación». (p.573) Las características personales, así como los datos numéricos, influyen en el conocimiento de la economía, así como en la mayoría de las disciplinas. El diálogo puede comenzar a informar a los estudiantes sobre cómo se forma el conocimiento y revelar la importancia de desafiar, apoyar o documentar diferentes ideas. Según Shackelford, dirigir una clase en este tipo de entorno no solo permite a los estudiantes aprender el material y los argumentos de la disciplina, sino que también fomenta las ideas y preguntas críticas, que ayudarán a desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades de investigación.

Tarea

Desarrollar tareas, discusiones y otras actividades que enfatizan el descubrimiento y alientan a los estudiantes a usar la experiencia personal es un desafío que muchos instructores encuentran intimidante. Según Shackelford, un ejemplo de esto se puede ver en la escritura del trabajo. Escribir la tarea juega un papel vital en fomentar tanto el aprendizaje de los estudiantes como la exploración de ideas.

Las asignaciones de redacción pueden incluir ensayos, resúmenes, respuesta a consultas, recopilación de datos, análisis y diarios en los que los estudiantes escriben para aprender en lugar de realizar o demostrar conocimientos. La colaboración y la revisión por pares de este escrito anima a los estudiantes a asumir la responsabilidad no solo de sí mismos, sino también de los demás. Esto fomenta un sentido de comunidad dentro del aula y valora el desarrollo del conocimiento.

En secciones de cursos muy extensas, los instructores pueden “registrarse” periódicamente con los estudiantes. Esto se puede hacer haciendo una pausa para permitir tareas de escritura breves, como hacer una lista de lo que consideran el punto principal de la conferencia, resumir la conferencia o asignar escritura libre sobre los problemas planteados en la conferencia. Según Rivard (1994), la escritura no solo es importante para el pensamiento crítico o el aprendizaje, sino también para fomentar las respuestas personales, proporcionar información y ayudar a los estudiantes a desarrollar conocimientos.

En conclusión, Shackelford cree que la educación feminista puede brindarles a los instructores un método para fomentar la creatividad y el pensamiento crítico. A través del contenido y los materiales del curso, el entorno del aula y las asignaciones específicas, los instructores pueden modelar una perspectiva feminista para alentar a los estudiantes a explorar de manera activa y crítica la economía o cualquier otra disciplina.

Las referencias

Berks, R. y Burbules, N. (1999). Pensamiento crítico y pedagogía crítica: relaciones, diferencias y límites. Teorías críticas en educación. http://faculty.education.illinois.edu/burbules/papers/critical.html

Rivard, L. (1994). Un examen de redacción para el aprendizaje en ciencias: implicaciones para la práctica y la investigación. Revista de Investigación en Educación Científica. Vuelo. 31. No. 9, 969-983

Shackelford, J. (1992). Pedagogía feminista: una forma de llevar el pensamiento crítico y la creatividad al aula de economía. Pedagogías alternativas y educación económica. Vuelo. 82. No. 2, 570-76.

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