1. INTRODUCCIÓN
La idea de que lograr detener ciertos pensamientos sería una manera eficaz de superar problemas vitales es tan antigua como la humanidad. No obstante, como técnica psicológica estructurada su uso es muy reciente. La primera descripción de una técnica de parada de pensamiento aparece en 1928, en el libro de Bain El control del pensamiento en la vida cotidiana. Más tarde, a finales de los cincuenta, fue adaptada por Wolpe junto con otros terapeutas de conducta para el tratamiento de los pensamientos obsesivos y fóbicos. Desde entonces se han publicado multitud de estudios en que se analiza su eficacia para el tratamiento de problemas de afrontamiento, depresión y obsesiones, fundamentalmente.
2. BASES TEÓRICAS
Considerando la técnica habitual, el fundamento de la eficacia de la parada de pensamiento se encuentra en el condicionamiento clásico y en los fenómenos, asociados a éste, de la habituación y la desensibilización.
Por un lado, la repetición de los pensamientos “negativos” en un contexto seguro (en sesión, con el tereapueta…) y con una sensación de control facilitaría la habituación —ya que el sujeto se atreve a “abrirse a ellos”— y la desensibilización, ya que al estar mucho tiempo en contacto con los mismos, éstos dejarían de tener una carga aversiva.
Por otro lado, la repetición constate de la técnica —aparición del pensamiento y su corte posterior— iría condicionando automáticamente la desaparición de los mismos por mera contingencia: si al poco de iniciarse el pensamiento se elimina una y otra vez, el pensamiento cada vez durará menos en la conciencia. Además, la palabra “STOP” (o la que se use) puede servir como estímulo condicionado.
El siguiente gráfico del proceso ayudará a entender esta situación:
Además de lo dicho, dado que se introduce una estimulación o actividad distractora justo después del pensamiento indeseable, se produce un reforzamiento diferencial de conductas alternativas, lo cual sirve para reforzar la parada del pensamiento indeseable.
Por último, otro elemento que ayuda a la desaparición —desde un enfoque cognitivo— estriba en lo absurdo o irracional que se hace un pensamiento cuando se contempla detalladamente y se dice en alto. En cambio, cuando sólo se “rumia”, sobre todo a un nivel preconsciente, el pensamiento cobra mucha más influencia sobre el estado de ánimo del sujeto. Sabemos que decir en alto las cosas ayuda a reestructurarlas y enfocarlas de un modo más racional.
3. DELIMITACIÓN
La parada de pensamiento es un procedimiento encaminado a la reducción de una conducta encubierta (pensamiento). Se suele usar para pensamientos que generan determinados niveles de ansiedad y, además, que no aportan nada o posibilitan en modo alguno la resolución de un problema. También para pensamientos repetitivos que no se adaptan a la realidad, que son improductivos y que generalmente producen ansiedad.
Algunos ejemplos: “Mi hijo va a tener un accidente cuando esté en el colegio”; “Jamás seré capaz de hacer este trabajo bien”; “Soy demasiado vulgar para encontrar novia”; “A pesar de las revisiones creo que mi corazón está enfermo”… Hay que darse cuenta que son pensamientos en los que no hay que tomar ninguna decisión, son meros pensamientos negativos, que no aporta nada el que piense mucho tiempo sobre ellos.
Estos pensamientos muchas veces empiezan preconscientemente y sólo al cabo del tiempo el sujeto se descubre a sí mismo rumiándolos, por eso, el entrenamiento sirve también para una rápida detección de los mismos.
4. PROCEDIMIENTO BÁSICO
La parada de pensamiento casi nunca se usa como técnica única; se conjuga con: entrenamiento en auto-instrucciones, relajación, resolución de problemas y, sobre todo, exposición. Por tanto, hay que asegurarse también de que ha adquirido bien alguna de las técnicas adyacentes que necesitamos.
El procedimiento básico es el que sigue:
- Análisis de identificación del pensamiento: Especificación de los pensamientos enunciando el contenido de los pensamientos que queremos eliminar. A veces son varios los pensamientos de este tipo y, en tal caso, conviene graduarlos en intensidad, comenzando por los menos perturbadores.
- Determinar qué pensamientos o actividades cognitivas van a sustituir a los pensamientos cuando los detengamos (por ej, entrenamiento en auto-instrucciones, búsqueda de pensamientos alternativos, descripción detallada del entorno…).
- A la persona en terapia se le pide que cierre los ojos y que se imagine en una de las situaciones típicas de su vida en que surge este pensamiento, y que empiece ahora a verbalizarlo en voz alta. Le dejamos que se meta bien en los bucles del pensamiento y en el estado emocional. En ese punto el terapeuta dice en voz alta: ¡BASTA! o ¡STOP! o ¡FUERA! O ¡NO! y pega un golpe fuerte en la mesa o una palmada muy sonora.
- A continuación se le pide que en voz alta diga la estrategia de cambio. Y el sujeto va enunciando la estrategia alternativa.
- Repetimos esto TRES veces más en sesión.
- A la cuarta vez el sujeto (que ya lo tiene clarísimo) lo hace por sí mismo. Es decir, que se ponga a pensar otra vez en la idea obsesiva y él mismo, al cabo de un tiempo, lo corte (dando una palmada y gritando algo), y luego empiece con el pensamiento alternativo.
- Ahora el sujeto lo repite por sí mismo TRES veces más en esta misma sesión.
- A continuación el sujeto dice subvocalmente el pensamiento obsesivo y, luego el ¡FUERA! Y dar una palmada. Sólo la palmada lo hace en alto.
- Repite TRES veces esto.
- A continuación se hace todo igual excepto que ya no se da la palmada, sino que la sustituye por algo menos escandaloso, más adaptado y disimulado (apretar el puño, darse un pellizco, darse con una goma que lleva en la muñeca, clavarse las uñas…).
- Se ejercita en las sesiones y en casa un par de veces al día: todo el proceso, primero en voz alta y luego en voz baja.
- Motivar mucho la aplicación en casa pues al principio puede estarse todo el día así, y será muy duro (quizás la mayor parte de la semana), pero cada vez será menos necesario (recordar cómo se condiciona la parada).
- Para la práctica en casa lo conveniente es cortar el pensamiento cuanto antes, justo en el momento en que lo advierta. E, inmediatamente, que comience con la actividad alternativa.
5. VARIANTES
Para la interrupción del pensamiento fuera de la sesión pueden emplearse distintos procedimientos: un despertador que suena a los tres minutos, el aviso de otra persona de la casa, una radio que empieza a sonar a los tres minutos, una cinta magnetofónica que corre (calcular sin grabar esos tres minutos).
En situaciones de laboratorio existe la posibilidad de utilizar ruidos y descargas eléctricas asociadas a los pensamientos rumiantes, no obstante esto es infrecuente y difícil de entender para el paciente.
Si existen pensamientos muy difíciles y dolorosos, pero también hay otros problemáticos pero menos dolorosos, empezaremos el entrenamiento por éstos. Una vez conseguido el éxito con ellos resultará más fácil enfrentarse a los más aversivos.
6. CAMPOS DE APLICACIÓN
En primer lugar, hay que entender que la técnica sirve para demostrar a los pacientes que creen que nunca podrán librarse de ciertos pensamientos que una estimulación suficientemente intensa invariablemente los borra de su mente (aunque, al principio, sea por breve tiempo). Es un primer paso para demostrar que uno puede desembarazarse de su problema.
Lo anterior sería una aplicación general, útil para multitud de problemas de pensamiento; no obstante, las aplicaciones más propias de la parada de pensamiento son los problemas de ansiedad y depresivos.
Ejemplos concretos de aplicación (dentro de las tres patologías mencionadas) son: el nombramiento repetitivo de un color, de una canción, de números o cuentas mentales; preocupaciones de tipo sexual; pensamientos sobre enfermedades (hipocondríacos); pensamientos sobre errores (del pasado o futuros); episodios repetidos de miedo precipitantes de tensión crónica; crisis de ansiedad; y todo tipo de pensamientos fóbicos (a la oscuridad, a animales, a exploraciones médicas….).
7. VALORACIÓN CRÍTICA
Los niveles de eficacia de este procedimiento sobre los pensamientos obsesivos están puestos en duda. Varias investigaciones sí han demostrado que en el trastorno obsesivo sin compulsiones pueden ser una alternativa eficaz; en otros trabajos, en cambio, el índice de mejora no superaba el 20%.
Aunque falta investigación para explicar estos hallazgos pueden plantearse las siguientes hipótesis alternativas. Por un lado, se ha mencionado varias veces el “efecto rebote” de intentar amortiguar ciertos pensamientos en el pensamiento obsesivo. Es decir, que el intento de control llevaría, a largo plazo, a un incremento del problema.
No obstante, quizás este resultado tenga que ver con una mala elección de los pensamientos objetos de la parada. Aquellos en los que el sujeto cree que pensando sobre los mismos encontrará una solución es muy difícil que se extingan. De aquí la necesidad de complementar la parada de pensamiento con técnicas como la de resolución de problemas.
Además, algunas personas creen —por sus valores implícitos, probablemente fruto de un tipo de educación o marco cultural— que no son buenas “si no se preocupan por ciertas cosas, y que es su obligación hacerlo”. Por ejemplo, una madre que no está pensando en la seguridad de sus hijos y que se preocupa más “de sus propias cosas” no sería una buena madre; sólo lo es si piensa permanentemente en sus hijos. En conclusión, antes de aplicar la parada de pensamiento habría que trabajar sobre esas creencias si no nos queremos ver abocados al fracaso.
No se pone en práctica si no se está seguro de que el paciente va a responder al tratamiento.
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Saludos
Hola a todos! yo creo que más que parar el pensamiento, lo más adecuado (aunque sé que es muy difícil) es conseguir elegir los pensamientos. Es decir cuando te des cuenta que has entrado en un bucle insano (darte cuenta es fundamental), decir, ¡hasta aquí hemos llegado, pensamiento malo! y empezar a pensar otra cosa. Aunque esa otra cosa que piensas de entrada no te la creas…acabarás creyéndotela a fuerza de repetirla. Un saludo.