La profesora Margaret Talbot, presidenta del Consejo Internacional de Ciencias del Deporte y Educación Física, escribió una vez que el deporte, la danza y otras actividades físicas estimulantes son formas particularmente poderosas de ayudar a los jóvenes a aprender a «ser ellos mismos». Elle a suggéré que ce genre d’activités, lorsqu’elles sont présentées de manière appropriée, peuvent apprendre aux gens à remettre en question les présomptions limitatives qu’ils auraient pu retenir et à se voir eux-mêmes et leur potentiel d’une nouvelle la manera.
Recordé las palabras de Margaret Talbot cuando leí recientemente el libro de Mina Samuels Run Like a Girl: How Strong Women Make Happy Lives. Este libro ofrece una interesante colección de historias de niñas y mujeres cuyas vidas han sido transformadas por la participación en deportes de diferentes tipos.
La propia Samuels escribió:
“A lo largo de los años desde que ‘descubrí’ correr, mi confianza en mí mismo creció y me nutrieron los logros que he logrado en el deporte: establecer nuevos récords personales, ganar una pequeña carrera, una comunidad, sobrevivir a reveses de lesiones y maratones que salieron mal. Descubrí una habilidad en mí mismo que no sabía que tenía. No solo era más fuerte físicamente de lo que esperaba, me veía a mí mismo como una persona diferente, como alguien con más potencial, horizontes más amplios, mayores posibilidades. Vi que podía superarme a mí mismo y correr riesgos, no solo en el deporte, sino también en otros lugares. La competencia en el deporte, como en la vida, no era con otra persona, era conmigo. “Competir” fue descubrir mi propio potencial para hacerlo mejor, para mantenerme en un nivel más alto, para esperar más de mí mismo y cumplir.
Estos comentarios destacan lo que se ha convertido en una de las áreas de investigación más importantes en el deporte juvenil: el papel que pueden desempeñar en el desarrollo de la autoestima.
Abundan las teorías de la autoestima, pero la mayoría se refieren a la medida en que un individuo se siente positivamente consigo mismo. Por lo general, ocurre cuando un individuo tiene éxito, es elogiado o experimenta el amor de otro y es degradado por el fracaso, las duras críticas y el rechazo. Es un tema importante para aquellos interesados en la educación, la salud y el deporte debido a sus asociaciones con el ajuste emocional, los comportamientos de salud (como el uso de drogas y las relaciones sexuales sin protección. Y temprano), la capacidad para hacer frente a los desafíos de la vida y la salud mental general y alegría.
Como han demostrado los comentarios de Margaret Talbot y Mina Samuels, existe una creencia generalizada de que el desarrollo de habilidades o experiencia en habilidades deportivas puede conducir a un sentido de autoeficacia y un sentido de empoderamiento. de la autoestima. No es sorprendente que los investigadores hayan descubierto que la actividad física juega un papel particularmente poderoso en el aumento de la autoestima física. La asociación entre estas actividades y medidas más generales de autoestima es más compleja, aunque parece poca duda que una percepción positiva de la autoestima física es un factor importante subyacente a las percepciones más generales positivas del yo, especialmente durante la infancia y adolescencia temprana.
Fuente: Wikimedia Commons
Varios estudios apoyan la afirmación de que los deportes y otras actividades físicas pueden ayudar a desarrollar la autoestima. Por ejemplo, los científicos canadienses encontraron que los niños y niñas de sexto grado que eran más activos físicamente tenían niveles significativamente más altos de autoestima. Este hallazgo fue corroborado por otro equipo canadiense, que también destacó el papel potencialmente dañino que juega la obesidad en la ecuación. Un estudio en Suiza encontró que los adolescentes que participaron en clubes deportivos tenían un mayor bienestar, incluida una mejor integración social, menos sensación de ansiedad y, en general, vidas más felices. Se informaron resultados similares en un estudio de estudiantes universitarios latinos, donde se encontró que la participación en el deporte escolar estaba significativamente asociada con la autoestima.
No hay duda de que parte del poder del deporte reside en su entorno social. Existe una abundante literatura que demuestra la importancia fundamental de las conexiones sociales para el desarrollo saludable de niños y adolescentes, y el deporte proporciona un entorno popular y atractivo para las interacciones sociales. La participación en deportes de equipo se ha asociado positivamente con la aceptación social y el sentido de pertenencia, especialmente cuando dicha participación se caracteriza por un entrenamiento positivo, el desarrollo progresivo de habilidades y el apoyo de los compañeros.
Por supuesto, el marco social del deporte puede tanto excluir como incluir. En la actualidad, existe una evidencia abrumadora de que las experiencias deportivas de niños y niñas pueden ser muy diferentes, lo que puede afectar la contribución que pueden hacer a la autoestima de los jugadores. La aceptación de los compañeros parece ser un factor importante para determinar la relación entre la participación deportiva y la autoestima, y las niñas pueden ser particularmente vulnerables a los juicios negativos. Los deportes competitivos a menudo exageran las dificultades, y los estudios han demostrado que muchos niños y niñas “mujeres” se benefician más de la actividad física no competitiva.
Por lo tanto, se debe emitir una advertencia en caso de que el deporte se considere una panacea. Gran parte de la literatura sobre los resultados psicológicos más positivos asociados con los deportes infantiles y juveniles enfatiza la importancia absoluta de las experiencias positivas. No es de extrañar que las experiencias de intimidación, exclusión o abuso dañen en lugar de promover el desarrollo de la autoestima y el bienestar general. Desafortunadamente, tampoco será sorprendente saber que introducir a muchos niños en los deportes está lejos de mejorar sus vidas.
El gran psicólogo del desarrollo Jean Piaget argumentó que las bases de la autoestima se sentaron entre los 6 y los 11 años. Es importante destacar que también es el momento en que es más probable que los niños se inicien en el deporte. Es imposible exagerar la importancia de las experiencias deportivas tempranas positivas para el desarrollo tanto de la autoestima como de la participación continua en deportes y otras actividades físicas. Los maestros, entrenadores y padres tienen la responsabilidad de asegurarse de que estas experiencias ‘atrapen’ a tantos niños como sea posible y, para que esto suceda, deben recordar ‘tres principios fundamentales del desarrollo infantil’:
Los problemas surgen cuando los adultos olvidan estos principios y se engañan a sí mismos para pensar que están entrenando a futuros atletas olímpicos o estrellas de la Superbowl. Irónicamente, la evidencia sugiere que es más probable que surjan niños talentosos cuando se les da tiempo para desarrollarse, jugar y seguir siendo niños.
Lecturas imprescindibles sobre la autoestima
Los niños no son adultos en miniatura, y su disfrute de los deportes (y su autoestima) puede verse afectado cuando los adultos bien intencionados lo olvidan.
Comentarios recientes