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Los estudiantes de generación cero son una nueva minoría en la educación superior que lucha con tres barreras: idioma, cultura y legal. Se diferencian de los estudiantes de primera generación en los problemas que enfrentan. A menudo son excluidos de muchas oportunidades profesionales y académicas debido a las barreras del idioma. Los estudiantes de la generación cero a menudo son excluidos del ámbito cultural y social. Viven en situaciones precarias de visa por lo que reciben una flagrante discriminación del mercado laboral. Además de todos estos desafíos, las mujeres de generación cero tienen que luchar con la interseccionalidad del género.

Las mujeres de generación cero de Yemen enfrentan desafíos severos en particular. Yemen es un país musulmán observador. La guerra reciente y la destrucción del gobierno internacionalmente reconocido de Yemen han sido facilitadas por actores beligerantes no estatales cuyas ideas de género se derivan de una interpretación anticuada de las escrituras islámicas. Además, la discusión sobre las normas de género a menudo se ve empañada por experiencias traumáticas entre los dos géneros, ya que han sido segregados en escuelas, comunidades y mezquitas. Esos dos factores impregnan cualquier discusión sobre los derechos de las mujeres en Yemen. ‎

Una mujer de generación cero llamada Fatama se enfrentó a la misoginia desnuda durante su etapa universitaria en Yemen. Tenía un profesor universitario que detestaba a las mujeres y no quería que triunfaran. La clase constaba de 70 alumnos, de los cuales solo siete eran mujeres. Este profesor dedujo siete puntos de todas las mujeres porque «las mujeres no obtienen los créditos completos». Se suponía que él era un modelo a seguir para sus estudiantes, pero desanimaba a las mujeres de seguir una educación superior. Fatama encontró problemáticos sus comportamientos, pero no pudo presentar una ‎denuncia en su contra porque no había una estructura sistemática que la apoyara.‎

Las mujeres oprimidas de generación cero son silenciadas en Yemen. Interiorizan los mensajes estereotipados incrustados en la sociedad. A menudo se enfrentan a la ignorancia y las injusticias de la sociedad y la familia. A menudo se les impide viajar al extranjero sin la compañía de un marido o un hermano. La familia imagina un camino que define la contribución de una mujer al mundo a través de la perspectiva del futuro hombre con el que está destinada a casarse. Es una mujer afortunada si se casa con un hombre que apoye sus esfuerzos educativos. Si se casa con un hombre que le impide continuar con su educación, es víctima del patriarcado. Muchas mujeres de generación cero carecen de la agencia para llevar su vida. ‎

Después de casarse, Fatama emigró para continuar su educación en los Estados Unidos. Aunque admite que Estados Unidos es un país progresista en comparación con Yemen, los dos países tienen prácticas opresivas similares contra las mujeres. Señaló que su campo científico de estudio está dominado por hombres y sintió que sus contribuciones son infravaloradas. Aunque ya no tiene profesores que le resten siete puntos a su trabajo, no podía verse en el cuerpo docente que en su mayoría son hombres.

Como madre, Fatama enfrenta desafíos únicos que el personal y la facultad de su universidad ignoran. Ella tiene que cuidar a sus hijos y equilibrar su tiempo entre las tareas escolares y domésticas. No encontró apoyo institucionalizado de la universidad.

La transición de las mujeres de generación cero de una sociedad conservadora en Yemen a los Estados Unidos es difícil. Muchas mujeres de generación cero en Yemen ni siquiera pueden mostrar sus rostros. Si se abre el cabello, será rechazada por la sociedad. La ropa de la mujer comunica su valor como futura esposa. Si muestra su piel, pondrá en peligro su vida. La sociedad patriarcal da forma a su cuerpo. ‎Cómo decide vestirse lo determina la mirada de los hombres.‎

Yemen es una sociedad que mantiene puntos de vista retrógrados sobre el género. Nunca ha adoptado los ideales progresistas del feminismo. Por lo tanto, la sociedad de Yemen está a merced de los hombres que enterraron al país en una guerra civil en curso. Yemen debe invertir en la mitad olvidada de su sociedad, las mujeres de generación cero, para unirse a las fuerzas de la sociedad moderna.

Para ayudar a las mujeres a luchar contra el patriarcado, Fatama recomendó tres pasos prácticos: primero, alentó a hombres y mujeres a crear conciencia y desafiar los supuestos tradicionales del patriarcado que relegan a las mujeres a un estatus inferior. En segundo lugar, instó a la sociedad a dar una nueva mirada a la institución del matrimonio que puede impedir que muchas mujeres obtengan una educación de alta calidad. En tercer lugar, creía que las mujeres deben ser sus propias salvadoras defendiendo los principios que defienden.