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Plantear nuevas preguntas, nuevas posibilidades, considerar viejos problemas desde un nuevo ángulo, requiere imaginación creativa y marca un avance real en la ciencia. –Albert Einstein

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Fuente: 0fjd125gk87/Pixabay

Las historias que tenemos simplifican la complejidad del mundo y lo hacen menos confuso, razón por la cual tendemos a elegir información que confirme nuestras creencias existentes. Es menos abrumador de esa manera.

Cuando nos enfrentamos a información novedosa, los nuevos datos se filtran a través de las historias en nuestras cabezas. Si los datos concuerdan con nuestras historias, permitimos que entre esa información; si no es así, lo rechazamos. Entonces, si bien nuestras historias son esenciales para clasificar la realidad, pueden crear puntos ciegos, haciéndonos propensos a tomar decisiones basadas en el hábito, la esperanza y el miedo, utilizando cualquier información disponible para confirmar nuestras elecciones.

Nuestras historias también nos ayudan a filtrar a las personas con las que elegimos relacionarnos. Confiamos en nuestra tribu, aquellos con quienes sentimos afinidad y compartimos cosmovisiones. Cuanto más diferentes son las personas o sus ideas, más escépticos nos volvemos. Esta lealtad puede hacer que nuestras historias se sientan sobrecargadas, obligándonos a defender un lado sobre el otro. Una vez que esto sucede, nos adentramos. El conflicto se alimenta de sí mismo y la narrativa de nosotros contra ellos puede hacerse cargo, haciéndonos inmunes a aceptar nueva información, incluso cuando está basada en evidencia.

Para que la información novedosa sea aceptada, necesitamos tener una historia en la cabeza que permita procesar datos contrastantes. Si bien los humanos tienden a simplificar, encasillar, moralizar y demonizar, también compartimos el deseo de determinar la verdad. Romper la disonancia y el tribalismo implica encontrar formas que nos permitan ver una imagen más amplia, honrar una variedad de voces, generar confianza y conectarnos con una miríada de puntos de vista.

A medida que se expande la interconexión del mundo moderno, se aceleran las consecuencias interrelacionadas (Jerome, 2019). Necesitamos desarrollar mejores formas de cuidarnos unos a otros. Necesitamos desarrollar nuevas plataformas que brinden oportunidades atractivas para recibir y examinar historias desconocidas, facilitar el cuestionamiento y actuar como catalizadores del cambio social.

La información sensorial se procesa de manera diferente a las palabras. Cuando la información se ve, escucha y siente a un nivel visceral, se pueden considerar nuevas perspectivas que de otro modo serían rechazadas. Los catalizadores multisensoriales, como el arte visual, la actuación, la comida y la música, pueden hacernos avanzar más allá de nuestras perspectivas particulares.

Involucrar nuestro oído, vista, olfato, gusto y tacto para explorar información es el medio de percepción favorito de nuestro cerebro, ya que ha evolucionado para procesar e integrar información diversa en una narrativa coherente y significativa (Chandrasekaran, 2017). Cuando nuestros sentidos están comprometidos, nuestro sentido de nosotros mismos y de los demás se vuelve borroso, y podemos experimentar un mundo más allá de nuestro yo privado (Dzieweczynski, 2021). Cuando percibimos nuestros puntos en común en lugar de nuestras diferencias, nos volvemos más capaces de trabajar hacia objetivos de beneficio mutuo. Nuestra humanidad se profundiza.

Las narrativas combinadas de artes y ciencias pueden actuar como vehículos multisensoriales para transmitir datos complejos y matizados. La combinación de las artes con narrativas basadas en datos reúne ambos lados de nuestro cerebro, supera la política y llega a lo más profundo de nuestros corazones para encender emociones y alimentar la acción social. La información basada en la ciencia es crucial para desarrollar soluciones sistémicas y sostenibles para nuestro mundo complejo.

Las nuevas plataformas que promueven la colaboración entre el arte y la ciencia dentro de entornos inmersivos y multisensoriales ofrecen una nueva esperanza para la polinización cruzada de ideas y la difusión de poderosas narrativas empíricas capaces de generar empatía. La ciencia más las artes inspira el aprendizaje transformador con una narrativa humanista común: construir un mundo más justo y sostenible inspirado en el arte e informado por la verdad (Jerome, 2019).

Las historias que contamos importan.

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