Perder nuestra autoestima y / o nuestro sentido de pertenencia al servicio de mantener una relación es uno de los mayores peligros sociales que enfrentamos. Es un reflejo de la lucha épica entre el yo auténtico y el yo no auténtico, enfrentando quiénes somos con lo que pensamos que deberíamos ser y luego estar en el mundo tal como lo vemos. En ninguna parte es este estado de ser más conmovedor o peligroso que en la relación habilitadora.
Un facilitador es aquel que, bueno, permite. Crea rápidamente un contexto en el que otra persona puede representar su propio escenario. Es el equipo de limpieza, el banco, la Gran Madre (o Padre), el consejero, el formador, el confidente y el cura. Él / ella es el refugio inquebrantable del gran y malvado mundo que se crea para ser, no solo en última instancia confiable, sino prácticamente indispensable para el comportamiento continuo del empoderado.
Por lo general, pensamos en los facilitadores en términos de relaciones adictivas, pero se los puede encontrar ejecutando su propio guión en casi cualquier lugar donde se pueda prestar. En verdad, aunque aparentemente ayuda, el facilitador tiende a tener límites pobres, a confiar demasiado fácilmente, a tener una mala idea de su propio valor y a buscar la validación a través de sus acciones. El potencial sugerido aquí nos lleva a considerar la idea de mantener el sentido de uno mismo y el lugar en el mundo dentro del contexto de la relación: cualquier relación.
Uno de los mayores desafíos que enfrentamos en las relaciones es cuán dispuestos estamos a comprometer quiénes somos al servicio de mantener esa relación. Si dejamos ir una parte de nosotros mismos o si nos dejamos absorber por la vida de nuestra pareja, compañero de juegos o compañero de trabajo sin aportar nuestra propia identidad social, creamos una situación que inmediatamente o eventualmente engendrará algún resentimiento, al final. cuenta. robar nuestra autoestima y alegría personal.
Es fundamental reconocer que la relación no se trata de compromiso, sino mucho más de cooperación. La relación de habilitación, por definición, se trata de compromiso, en particular, autocompromiso.
Cuando nos comprometemos, damos algo, y ese algo a menudo conlleva un cierto grado de valor personal. Cuando cooperamos, llegamos a un punto de equilibrio en el que es mucho más probable que estemos satisfechos con cualquier resultado acordado mutuamente. Esta actitud de cooperación y equilibrio, simplemente por su presencia, no solo fortalece el respeto por uno mismo, sino que también promueve el desarrollo del respeto y la consideración mutuos.
Estar atentos a cuánto de nosotros mismos invertimos en una relación, y si esa inversión nos alimenta o nos sangra, es clave para crear un equilibrio y no perdernos. Las enseñanzas de la sabiduría sugieren que la relación es que dos almas se vuelven una, pero no mientras «los vientos del cielo no puedan pasar entre ellas». Por lo tanto, una relación verdaderamente consciente es una asociación que se basa en una separación saludable, que promueve el equilibrio y la evolución mutua, y no un lugar en el que la pareja se deslumbra.
© 2009 Michael J. Formica, Todos los derechos reservados
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