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¿Ser auténtico significa ser honesto todo el tiempo: compartir tus verdaderos sentimientos y opiniones, pase lo que pase?

Por ejemplo, ¿deberías decirle a tu jefe que su colonia huele a gasolina? ¿Decirle a su cónyuge que las ideas de negocios de su hermano son más que terribles? ¿Decirle a la pequeña de una amiga que su dibujo del perro de la familia se parece más a una extraña mesa con ojos?

En caso afirmativo, responda estas dos preguntas: ¿Hablar de esta manera lo hace, uno, sentirse más auténtico, y dos, parecer más auténtico para los demás?

Un artículo reciente de Bailey e Iyengar, de la Universidad de Columbia, intenta responder a estas y otras preguntas relacionadas sobre la compleja relación entre honestidad y autenticidad.

Honestidad y autenticidad

Comenzamos con algunas definiciones. Una persona honesta es aquella que es sincera y veraz. Una persona auténtica es aquella cuyo comportamiento refleja sus sentimientos profundos, valores fundamentales y cualidades internas.

Por lo tanto, la autenticidad incluye más que la expresión franca de lo que viene a la mente. Después de todo, el verdadero yo de un individuo consiste en muchos pensamientos, sentimientos e identidades cambiantes, algunos de los cuales él o ella pueden no ser conscientes o comprender.

De hecho, incluso es posible ser auténticamente deshonesto, lo que significa decir mentiras de una manera que se siente fiel a uno mismo. ¿Si es así, cómo? Hay cuatro posibilidades. Estos ocurren cuando (ejemplos entre paréntesis):

  • La honestidad amenaza las necesidades del individuo (un empleado que admita un error menor en el trabajo puede ser despedido).
  • El autoengaño hace imposible la honestidad (Un viudo que se miente a sí mismo diciendo que la muerte de su esposa no lo ha afectado no puede evitar repetir la misma mentira a los demás).
  • La honestidad pone en peligro las relaciones de uno (una mujer puede preocuparse de que ser honesta con su esposo sobre sus fantasías eróticas pueda dañar la relación).
  • La honestidad representa una amenaza para el bienestar de otra persona (una persona puede temer que decirle a la pareja de una víctima de abuso su paradero puede poner en peligro la vida de la víctima).

El de ser auténtico y honesto con uno mismo las dificultades y los demás

En general, la autenticidad requiere:

  • Conciencia de los propios estados internos.
  • Expresión y comunicación veraz de estos estados.
  • Pero, como se señaló anteriormente, no siempre somos honestos con nosotros mismos. De hecho, el autoengaño es un gran obstáculo para tomar conciencia de los estados internos y comunicarlos a los demás.

    Por ejemplo, a menudo tratamos de aferrarnos a creencias positivas poco realistas en nosotros mismos, lo que requiere interpretar nueva información de manera sesgada a favor de hacernos sentir bien.

    Algunos ejemplos de opiniones positivas poco realistas sobre uno mismo son: «Soy mucho mejor que la persona promedio» y «Mi verdadero yo es mejor y más moral que el verdadero yo de otras personas».

    ¿Puede la gente incluso decir que estamos siendo auténticos?

    Dado que los demás no tienen acceso a nuestros estados internos, solo nosotros lo tenemos y de manera limitada, no pueden saber con certeza si estamos siendo auténticos. Por lo tanto, se basan en atajos mentales y reglas empíricas llamadas heurísticas.

    Las heurísticas, a su vez, están influenciadas por factores como el contexto. Específicamente, el contexto determina si la autoexpresión puede percibirse como genuina o falsa. Veamos algunos ejemplos.

    • Contexto cultural: en China, describir solo los gustos de uno se asocia con ser genuino, mientras que en Alemania esto es cierto para describir tanto los gustos como las aversiones.
    • Contexto político: Es más probable que un líder político deshonesto sea visto como auténtico por un votante si los dos comparten un distrito electoral y si el votante siente que el sistema político es ilegal.
    • Ideología personal: el lenguaje políticamente incorrecto se considera más auténtico cuando se alinea con la ideología y los prejuicios propios del observador.

    panajiotis/Pixabay

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    Coherencia, moralidad y autenticidad.

    Para dar sentido a la compleja relación entre ser veraz y genuino, necesitamos entender algunos términos adicionales:

    • Concepto del otro y de uno mismo: Estos términos se refieren a la imagen mental de otra persona o de uno mismo.
    • Coherencia: Coherencia significa que el comportamiento de un individuo tiene sentido, es predecible y parece consistente con lo que sabemos sobre él.

    Relaciones Lecturas esenciales

    Es más probable que nos sintamos auténticos cuando nuestro autoconcepto es coherente. De manera similar, el comportamiento de un extraño parece genuino si nuestra imagen mental de él es coherente.

    Por lo tanto, solo cuando la honestidad aumenta la coherencia predice la autenticidad. Específicamente, la alta autenticidad resulta de una combinación de alta honestidad y alta coherencia.

    La moral también importa. Cuando la deshonestidad se percibe como moral (p. ej., mentiras prosociales en lugar de hipocresía), el comportamiento resultante parece más genuino.

    En general, para que se interprete como auténtico, el engaño debe estar motivado por la benevolencia, la lealtad u otros valores personales prosociales (p. ej., proteger a alguien del daño). Cuando este es el caso, el engaño se considera motivado internamente y consistente con el autoconcepto de la persona.

    Reflexiones finales sobre la honestidad y la autenticidad

    El famoso filósofo Jean-Jacques Rousseau aparentemente creía que para ser auténtico, uno debe ser honesto en todo momento, incluso brutalmente honesto, y resistir las restricciones y demandas de la sociedad.

    Sin embargo, hay más en la autoexpresión auténtica que desafiar las normas sociales a través de la sinceridad compulsiva y la comunicación sin filtros de cada pensamiento, sentimiento, impulso, etc.

    La sociedad y sus reglas no son enemigas de la autenticidad. De hecho, la autenticidad no es solo una construcción individual sino también social.

    En otras palabras, el contexto sociocultural juega un papel importante en la creación y formación del autoconcepto (p. ej., a través de la comparación social, la validación social).

    El engaño tampoco es el enemigo de la autoexpresión genuina. El engaño puede ser auténtico cuando está impulsado y motivado internamente por valores personales (p. ej., lealtad, compasión, amabilidad) y metas prosociales (p. ej., proteger la salud y el bienestar de otra persona).

    En resumen, tanto la honestidad como la deshonestidad pueden ser necesarias en la búsqueda de un yo genuino y coherente.

    Lo que más importa es ser más conscientes de nuestros estados internos y ser fieles a nosotros mismos.