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Las noticias han estado llenas de historias sobre maestros que usan la restricción física en el salón de clases y, desafortunadamente, ha habido muchos casos en los que se usó la fuerza de manera innecesaria, incorrecta o insegura. Muy a menudo, las emociones toman el control, las situaciones se intensifican rápidamente y, en cuestión de segundos, lo que debería haber sido un incidente menor, no físico, se convierte en algo más.

Es de vital importancia que los maestros y el personal entiendan claramente que el objetivo principal es siempre evitar que las situaciones se intensifiquen hasta el punto en que se necesite una gestión física. Los maestros deben estar debidamente capacitados en estrategias de desescalada, tácticas para manejar los desafíos de comportamiento y formas de crear entornos seguros y tranquilos. Existen numerosas formas de lograr esto, y los distritos escolares deben proporcionar a los maestros las herramientas necesarias para mantener sus aulas seguras y evitar cualquier tipo de interacción física entre el maestro y el estudiante.

Los procedimientos de manejo físico solo deben usarse cuando no hay otra alternativa segura y existe una amenaza real y definitiva de daño físico para el maestro, otros estudiantes o la posibilidad de que el estudiante agitado se lastime físicamente a sí mismo. En esos casos, los procedimientos de manejo físico solo deben usarse cuando sea necesario para la seguridad física de los demás y con el mayor cuidado por la seguridad, el bienestar y la dignidad del estudiante agitado. Los procedimientos de manejo físico nunca deben usarse por conveniencia, como castigo o porque otros métodos toman demasiado tiempo.

Imágenes de Mono Business/Shutterstock

Fuente: Imágenes de Monkey Business/Shutterstock

Cuando se justifica el manejo físico, existen técnicas específicas que se pueden usar para abordar una variedad de situaciones. Estas técnicas están diseñadas para eliminar o minimizar el daño físico, así como para mantener un nivel de respeto y dignidad para el estudiante agitado y todos los demás involucrados. Las escuelas deben contar con equipos de docentes que reciban la capacitación e instrucción adecuadas en el uso de estas técnicas y que puedan responder cuando sea necesario. Un maestro que no haya recibido dicha capacitación debe poder acceder rápidamente a la asistencia para que, en caso de un incidente grave, el personal debidamente capacitado pueda responder.

Comprender los factores de riesgo

Hay varios riesgos que deben tenerse en cuenta antes de utilizar la gestión física. Estos riesgos son tanto físicos como psicológicos. Los riesgos físicos incluyen todo, desde cortes y raspaduras hasta traumatismos craneales y convulsiones. Los riesgos psicológicos incluyen trauma para el estudiante agitado que puede haber experimentado incidentes de violencia o abuso en el pasado. En algunos casos, la restricción física puede reforzar el comportamiento peligroso del estudiante agitado y exacerbar aún más la situación o aumentar la posibilidad de futuros incidentes.

Criterios para el uso de la gestión física

Las técnicas de manejo físico no deben usarse para el comportamiento disruptivo, sino solo cuando ese comportamiento se vuelve peligroso y no hay otras alternativas seguras. Como regla general, debe haber:

  • Riesgo inminente de daño físico grave para el estudiante agitado u otros.
  • No hay otra forma de prevenir daños sin una gestión física.
  • No intervenir causará mayor daño que intervenir.

Fuente: Imágenes de Monkey Business/Shutterstock

Fuente: Imágenes de Monkey Business/Shutterstock

circunstancias especiales

Algunos estudiantes pueden tener condiciones que impedirían el uso de ciertas o todas las técnicas de manejo físico. Los maestros y administradores deben estar al tanto de estas condiciones antes de que surja la necesidad de cualquier posible manejo físico de ese estudiante. Condiciones médicas, tales como asma, lesiones o cirugías recientes, o el uso de ciertos medicamentos pueden poner al estudiante en mayor riesgo de daño. El estudiante también puede tener problemas de salud mental, como antecedentes de abuso o trauma. En estos casos, el uso de la gestión física podría ser desencadenante para el estudiante y, en lugar de calmar la situación, el estudiante puede volverse cada vez más agitado.

A lo largo de todo el proceso, el bienestar del estudiante agitado debe ser una consideración primordial.

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