Todos los días nos suceden experiencias positivas, pero no siempre las aprovechamos al máximo. ¿Alguna vez has notado que puede ser un día hermoso (dormiste ocho horas, es fin de semana, tuviste una gran charla con un amigo, etc.), pero todo lo que se necesita es una palabra dura para alguien o alguna mala noticia que arruine el día? La investigación de Shelley Gable y Jonathan Haidt sugiere que en realidad tenemos tres veces más experiencias positivas que negativas. ¿Qué es lo que nos impide hacer un uso completo de todo lo bueno en nuestra vida, convirtiéndonos en esclavos del mal?
Los investigadores han identificado dos tendencias principales que nos impiden experimentar, expandir y expandir nuestra alegría: el sesgo de negatividad y la adicción. El sesgo de negatividad se refiere a la tendencia innata de nuestra mente a dar más peso a lo negativo; Roy Baumeister ha demostrado que tendemos a recordar y centrarnos más en las experiencias negativas. La habituación, discutida en la investigación hedónica de la cinta, se refiere al hecho de que aunque recibimos impulsos de felicidad de nuevas experiencias positivas, con el tiempo nos acostumbramos a estas experiencias y ya no tienen el mismo efecto.
¿Cómo podemos contrarrestar esta tendencia a dar más peso a las experiencias negativas en nuestra vida? Un estudio reciente de Nathaniel Lambert y sus colegas de la Universidad Brigham Young nos da una pista. Su investigación muestra que hablar sobre experiencias positivas conduce a un mayor bienestar, una mayor satisfacción general con la vida e incluso más energía.
Esta investigación puede parecer sorprendente porque a menudo somos reacios a hablar de nuestra buena suerte. No queremos lucirnos. A veces no queremos hacernos daño. O podemos sentirnos culpables de que nos sucedan cosas buenas ante el sufrimiento que existe en la vida de los demás. Vincular las quejas, la lástima o incluso los chismes de alguna manera parece más apropiado, realista y bien fundado. Sin embargo, la investigación de Lambert y sus colegas sugiere que describir nuestras experiencias felices a amigos cercanos y parejas románticas es una mejor idea.
Varios estudios han demostrado que hacer listas diarias de las cosas por las que se siente agradecido, lo que ayuda a llamar nuestra atención sobre las experiencias positivas de nuestra vida, mejora nuestra salud y bienestar psicológicos y físicos. Por ejemplo, la gratitud mejora nuestra capacidad para conectarnos con los demás, fortalece nuestras tendencias altruistas, nos hace más optimistas y felices, disminuye la envidia y el materialismo, e incluso mejora la salud de las personas con dolencias físicas (trastorno neuromuscular, en un estudio). Sin embargo, el nuevo estudio de Lambert amplía la investigación sobre la gratitud para mostrar que expresar verbalmente la gratitud que sentimos hacia las personas cercanas a nosotros ayuda a aumentar y mantener nuestro bienestar más allá del simple sentimiento o de escribir gratitud. Las grandes figuras literarias saben desde hace mucho tiempo que la felicidad crece al compartir. En una de sus cartas, Charlotte Brontë observa: “La felicidad completamente no correspondida difícilmente puede llamarse felicidad; no tiene sabor. En The Common Reader, Virginia Woolf escribe: “El placer no tiene sabor a menos que lo compartamos. La investigación de Lambert proporciona una validación empírica de su sabiduría.
Los investigadores han descubierto que las personas que están acostumbradas a contarles a sus seres queridos las cosas buenas que les suceden también tienden a sentirse más felices y satisfechas con la vida. También descubrieron que cuanto más compartían estas personas su felicidad con alguien en un día determinado, más felices y satisfechos estaban ese día. Para determinar realmente si compartir la felicidad causó este aumento en el bienestar, los investigadores luego invitaron a los participantes a un laboratorio con una pareja romántica o un amigo. Se pidió a los participantes que escribieran una experiencia positiva o una experiencia neutra como un hecho que habían aprendido en clase y que la compartieran con su pareja o no. Aquellos que compartieron una experiencia positiva con su pareja experimentaron un mayor bienestar que aquellos que no compartieron su experiencia con su pareja o que compartieron una experiencia neutral con su pareja. Estos resultados sugieren que es el acto de compartir la felicidad (y no solo pensar en la felicidad sin compartirla, o compartir información neutral) lo que impulsa el bienestar.
A continuación, los investigadores estudiaron los efectos de compartir la felicidad con regularidad durante un período de tiempo más largo (cuatro semanas en este caso). Se pidió a los nuevos participantes que escribieran en un diario las experiencias diarias por las que se sintieran agradecidos o los temas neutrales que aprendieran en clase. Luego no recibieron más instrucciones o se les pidió que las compartieran con un compañero dos veces por semana. Aquellos que compartieron sus experiencias de agradecimiento con una pareja reportaron una mayor satisfacción con la vida, felicidad y vitalidad (nivel de energía y entusiasmo por la vida).
Una de las razones por las que el estudio pidió a los participantes que compartieran su experiencia con amigos cercanos o parejas románticas puede ser porque es más probable que estas personas nos apoyen. En el último experimento del estudio, los investigadores notaron que los participantes que recibieron mensajes constructivos, alentadores, entusiastas y positivos después de una experiencia exitosa (alto éxito en una prueba) mostraron mayores signos de felicidad, amor y aprecio. Todos hemos tenido la experiencia de compartir un evento o plan emocionante con alguien que no respondió de la misma manera o, peor aún, criticó nuestra idea y nos dejó deprimidos. Cuando comparte una experiencia positiva, es importante seleccionar un oyente favorable.
La conclusión: compartir nuestro gozo aumenta el gozo. Contarle a la gente sobre nuestra felicidad tiene beneficios mucho mayores que simplemente recordarla o escribirla por nosotros mismos. Esta investigación también puede ayudar a explicar en parte la investigación de Nicholas Christakis y James Fowler que ha demostrado que nuestro bienestar influye en el de quienes nos rodean, hasta tres niveles de separación. Tratar de ser feliz puede parecer un esfuerzo egoísta, pero en realidad es un objetivo loable que debe perseguirse no solo para uno mismo sino para nuestra comunidad. A su vez, podemos ayudar a apoyar la alegría de los demás animándolos a compartir sus experiencias más positivas y las cosas por las que se sienten agradecidos. Apoyar el bienestar de un amigo o conocido puede, a su vez, tener un impacto no solo en nosotros mismos, sino también en el bienestar de todos los asociados con ese amigo. Albert Schweitzer, médico alemán y premio Nobel de la Paz, tenía razón cuando dijo: “La felicidad es lo único que se multiplica cuando la compartes.
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Soy el fundador de Fulfillment Daily, noticias científicas para una vida más feliz. Mira mi charla TEDx.
© 2014 Emma Seppala, Ph.D.
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