Fuente: Wikimedia Commons
Los neurocientíficos han esperado durante mucho tiempo encontrar una explicación de por qué los orgasmos se sienten bien. Adam Safron, un estudiante de doctorado en la Universidad Northwestern, ahora ha ideado un modelo que proporciona el comienzo de una explicación.
Los orgasmos son el resultado de una estimulación sexual rítmica. La actividad rítmica estimula grandes áreas del cerebro y finalmente conduce a una actividad similar a una convulsión: el clímax.
Safron compara específicamente el orgasmo con una convulsión refleja, una convulsión causada por un estímulo externo. Durante una convulsión, hay una actividad sincrónica excesiva que se propaga por el cerebro. La actividad sincrónica es crucial para todas las experiencias conscientes, pero cuando hay demasiada, puede provocar convulsiones y pérdida de la conciencia.
La estimulación sexual rítmica altera la actividad cerebral de la misma manera. Este tipo de estimulación aumenta la actividad neuronal y, si la actividad es lo suficientemente intensa, puede extenderse por todo el cerebro y crear un estado explosivo. Esta explosión es el umbral orgásmico. Después del clímax, cuando se supera el umbral, la actividad cerebral vuelve a la normalidad.
Esto plantea la pregunta: si los orgasmos son como convulsiones reflejas, ¿por qué las convulsiones nos hacen perder el conocimiento, cuando los orgasmos generalmente no lo hacen? ¿Y por qué es buena la explosión?
La respuesta es que en las convulsiones se ven afectadas grandes áreas aleatorias del cerebro. En el caso de los orgasmos, la actividad estimula áreas del cerebro asociadas con la dopamina, la hormona del placer. Cierra el centro del miedo emocional y la ansiedad, al igual que las drogas como la cocaína. Es esta interrupción de los sentimientos negativos, así como el placer generado por la dopamina, lo que hace que los orgasmos sean tan placenteros.
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