Seleccionar página

Los expertos generalmente están de acuerdo en que las personas mayores que se mantienen físicamente activas también tienden a permanecer mentalmente despiertas hasta la vejez. Esto generalmente se explica en términos de reserva cognitiva, que se ve como una especie de escudo contra la embestida de la demencia en la vejez. Se cree que la actividad física habitual, el compromiso social y el esfuerzo mental confieren reserva cognitiva.

Si bien esta visión de la reserva cognitiva ciertamente tiene un atractivo intuitivo, existe un problema fundamental con la forma en que tendemos a pensar sobre la relación entre la salud psicológica y física en los ancianos. Específicamente, sabemos que las personas mayores física, social y mentalmente activas muestran pocos signos de degradación cognitiva. Por lo tanto, recomendamos que todas las personas mayores participen más en estas actividades para evitar la demencia. En particular, a menudo asumimos que mantener la actividad física hace que las personas mayores se mantengan cognitivamente agudas.

Sin embargo, hasta la fecha, ningún estudio de este tipo ha demostrado esta supuesta relación causal entre la actividad física y la reserva cognitiva. Por el contrario, todos los estudios hasta el momento han sido de naturaleza correlacional, lo que significa que han establecido que la actividad física y la reserva cognitiva están vinculadas. Pero no han demostrado que el primero realmente cause el segundo.

Si bien la afirmación de que la actividad física confiere reserva cognitiva tiene un atractivo intuitivo, nuestras intuiciones a menudo se engañan, especialmente en el ámbito de la ciencia. De hecho, es muy posible que el deterioro cognitivo preceda al deterioro físico en los adultos mayores. Ésta es exactamente la hipótesis que el psicólogo de la Universidad de Ginebra (Suiza) Boris Cheval y sus colegas probaron en un estudio publicado recientemente en la revista Health Psychology.

Los investigadores parten de la observación de que los humanos son inherentemente perezosos. Todos hemos recortado y minimizado el esfuerzo. Nadie tiene ganas de correr cinco millas en la cinta de correr o levantar pesas durante 45 minutos. Por el contrario, se necesita un poco de fuerza de voluntad para seguir un régimen de ejercicio, especialmente en la sociedad moderna, donde hay tantas actividades sedentarias que son mucho más atractivas.

Sin embargo, si esta afirmación es cierta, significa que primero debemos tener una reserva cognitiva para que nos dediquemos a actividades físicas que no tendríamos una inclinación natural a hacer de otra manera. Para probar esta hipótesis, Cheval y sus colegas analizaron datos de la Encuesta sobre salud, envejecimiento y jubilación en Europa (SHARE), en la que se midieron los niveles de recursos cognitivos y actividad física de más de 100.000 adultos de 50 a 90 años en cinco ocasiones durante 11 años, entre 2004 y 2015. Este conjunto de datos de medidas repetidas permitió a los investigadores analizar lo que sucedió primero: deterioro cognitivo o físico.

La actividad física se midió con una sola pregunta: «¿Con qué frecuencia realiza actividades que requieren un nivel de energía bajo o moderado, como la jardinería, limpiar el automóvil o salir a caminar?» Los encuestados indicaron su nivel de actividad física, desde «más de una vez a la semana» hasta «casi nunca o nunca».

Los recursos cognitivos se midieron de tres formas. Primero, los participantes se involucraron en una tarea de recuerdo diferido. Es decir, escucharon una lista de diez palabras y luego se les pidió que repitieran tantas como pudieran recordar. Esta es una medida estándar de la memoria a corto plazo, que se sabe que es un aspecto importante de la capacidad de mantenerse enfocado en objetivos a largo plazo. En otras palabras, para lograr una tarea deseada, debe poder tenerla en cuenta.

En segundo lugar, los participantes recibieron una prueba de fluidez verbal. Por ejemplo, se les pidió que nombraran tantos animales diferentes como fuera posible en 60 segundos. Un signo temprano de demencia es una alteración del vocabulario, donde los pacientes a menudo luchan por encontrar las palabras que quieren usar. La prueba de fluidez se puede utilizar para averiguar si el participante está en riesgo de padecer demencia.

En tercer lugar, cada participante indicó su nivel máximo de educación, ya sea una escuela secundaria, una universidad o un título de posgrado. Numerosas investigaciones han demostrado que la educación proporciona una reserva cognitiva considerable contra la demencia en los ancianos.

A través de las cinco mediciones durante un período de once años, los investigadores pudieron discernir una tendencia clara. Es decir, una disminución de los recursos cognitivos precedió a una disminución de las actividades físicas. Esto significa que la actividad física no necesariamente lo mantiene en buena salud mental, sino al revés.

Las personas mayores que estaban en buena forma psicológica también tendían a mantenerse en buena forma física. Pero aquellos que mostraron una capacidad cognitiva disminuida en un momento determinado también mostraron reducciones en la actividad física en momentos posteriores. En otras palabras, las personas mayores que se dedicaban a estimular actividades mentales para mantenerse cognitivamente despiertas también tenían la voluntad de mantenerse físicamente activas y, por lo tanto, con buena salud corporal.

La vida es, por supuesto, complicada y la relación causal entre los recursos cognitivos y la actividad física tampoco es sencilla. Debido a que los investigadores tenían cinco mediciones para cada participante, pudieron detectar tendencias a largo plazo en los datos. Si bien una disminución en los recursos cognitivos en un momento predijo una disminución en la actividad física la próxima vez, los investigadores también detectaron una relación recíproca cuando observaron puntos posteriores en el tiempo.

Es decir, el deterioro cognitivo es lo primero, pero una disminución posterior de la actividad física también conduce a una disminución posterior de los recursos cognitivos. En definitiva, estas personas caen en un círculo vicioso en el que una reducción de la actividad cognitiva conduce a una reducción de la actividad física, lo que dificulta aún más la actividad cognitiva, etc.

Los resultados de este estudio son claros. Si desea evitar la demencia en los ancianos, debe mantener una reserva cognitiva suficiente. Puede hacer esto participando en tareas mentalmente desafiantes, incluida la negociación de relaciones sociales complejas. También puede ser un aprendiz de por vida, obteniendo los beneficios que la educación aporta a la reserva cognitiva. Y como una persona mayor mentalmente sana, también comprenderá la necesidad de mantenerse físicamente activo por el bien de su cuerpo y estará dispuesto a ceñirse a un programa de ejercicio razonable.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información

ACEPTAR
Aviso de cookies