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Una de las respuestas humanas más comunes a la música es moverse al ritmo de ella. Nuestros cuerpos responden a la música de manera consciente e inconsciente. La necesidad de moverse al ritmo de la música es universal entre los humanos. Los oyentes reaccionan al pulso, tempo y patrones rítmicos de la música. Dichos movimientos tienden a volverse más rápidos cuando el tempo musical es más rápido y, a menudo, van acompañados de una sonrisa como una indicación de placer en la sincronización (Clayton, 2012).

El concepto de sincronización (o movimiento rítmico coordinado) generalmente se combina con el término arrastre. El arrastre ocurre cuando nuestros movimientos corporales se bloquean para sincronizarse con la música. La música puede inducir la relajación a través de los efectos de arrastre para ralentizar la respiración y los latidos del corazón. La música también puede aumentar nuestra energía, como las bandas de música como calentamiento para los partidos de fútbol.

La música también juega un papel social importante, ya que puede coordinar acciones y mejorar la cooperación y la comunicación. El ritmo facilita nuestras interacciones interpersonales en términos no solo de cómo nos movemos, sino también de cómo hablamos y pensamos (Lesaffre, 2017).

1. Cooperación

El entrenamiento es fundamental para coordinarse con los demás (hablar, aplaudir, caminar o correr juntos). Por ejemplo, la coordinación rítmica de las palmas en una audiencia, o el golpeteo de los pies al ritmo de una canción, es una experiencia muy común (Thaut, 2015). De manera similar, cuando caminamos con alguien, coordinamos nuestros pasos con los suyos.

2. Empatía

El arrastre también podría interpretarse como una forma de empatía. Por ejemplo, cuando los individuos interactúan socialmente en conversaciones, los ritmos de sus acciones tienden a volverse sincronizados. De esta manera, la sincronización del ritmo juega un papel en la generación de sentimientos empáticos. La experiencia de empatía (o entendimiento compartido) se logra a través del contagio emocional. Por ejemplo, los participantes adoptan posturas, expresiones faciales y gestos con las manos similares en una conversación.

3. Vínculo social

La sincronización se considera un medio potencial por el cual los humanos pueden vincularse más socialmente entre sí. Quizás no haya un comportamiento más fuerte para unir a los humanos que el movimiento rítmico coordinado, como cantar, bailar, salmodiar, caminar o hablar juntos. Estas actividades pueden aumentar los lazos sociales.

Cuando las personas se reúnen para moverse al compás de la música, no solo se sincronizan sus salidas motoras, sino que también sus experiencias emocionales, como la confianza y la cohesión, se vuelven más homogéneas. Además, sincronizar con un grupo de personas generalmente se considera una experiencia muy agradable.

4. Pensamiento grupal

El ritmo facilita las interacciones de las personas al sincronizar las ondas cerebrales (Escoffier, 2015). El sonido rítmico no solo coordina el comportamiento de las personas en un grupo, sino que también coordina su pensamiento. Es decir, la música puede crear un sentimiento de cohesión y acuerdo grupal.

Es más probable que las personas perciban el mundo en sincronía cuando se mueven en sincronía. Cuando las personas hacen cosas juntas, es más probable que también estén de acuerdo entre sí. Esto lleva a algo llamado pensamiento de grupo. Por ejemplo, la música se usa en política para crear entusiasmo por puntos de vista particulares y promover la solidaridad en torno a candidatos y plataformas.

En resumen, las personas tienden a sincronizar espontáneamente sus movimientos con los de los demás, lo que puede suceder de manera espontánea. En las interacciones cotidianas, como las conversaciones, estamos motivados para sincronizar y combinar muchas características de nuestras acciones (postura corporal, expresiones faciales y velocidad del habla).

Y la interacción rítmica es placentera. El acto de sincronización implica que las acciones de otras personas dan forma a nuestros comportamientos. Este proceso es dinámico y conduce a un comportamiento emergente que no pueden lograr individuos aislados y puede ser impredecible.