Algunas cosas, incluso frente a eventos inimaginables y horribles, no se extinguen.
La búsqueda de sentido de la vida por parte de las personas es una de ellas. Los seres humanos de todo el mundo, independientemente de su edad, etnia u orientación sexual, buscan una vida llena de propósito, conexión y significado.
La pandemia de Covid-19 llevó esta búsqueda a un primer plano a medida que las personas luchaban contra el aislamiento social, la pérdida de seres queridos y la interrupción de la vida tal como la conocían.
Si bien ha habido muchas estrategias de afrontamiento, una de ellas, comprar cosas, no es sorprendente por la acción sino por la razón. Si bien a menudo se denomina Terapia de compras, las personas compran cosas para animarse y recuperar el control de sus vidas, las compras de las personas durante la pandemia pueden haber estado motivadas por algo más profundo, como la búsqueda de significado.
Cuando las personas no podían visitar a sus amigos y familiares, cuando no podían trabajar o cuando no podían viajar por el mundo, también perdían algo de significado en sus vidas. Las personas pueden haber comprado gimnasios en el hogar, suministros para la superación personal y materiales para mejorar el hogar para infundir algún significado a sus vidas.
Algunos lectores pueden erizarse ante esta sugerencia. De hecho, en un artículo reciente, mi coautor Lawrence Williams y yo argumentamos que la gente cree que el significado y el consumo no se mezclan: no se puede comprar el significado. En la vida diaria, muchas fuentes de significado son gratuitas, como el tiempo que se pasa con los seres queridos o el tiempo que se dedica a la oración.
Pero tales creencias pueden impedir que las personas tengan la oportunidad de vivir sus mejores vidas. Cuando estudiamos a participantes en Canadá, Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, descubrimos que las personas que buscaban sentido a través del consumo compraban bienes menos costosos: los abarataban en lugar de derrocharlos.
Los bienes de bajo costo pueden socavar el bienestar porque tienden a ser menos satisfactorios, es menos probable que se usen e integren en uno mismo y son más costosos porque se descomponen antes y son menos sostenibles. Una cafetera económica, por ejemplo, puede traer menos placer durante el ritual del café de la mañana, solo o con un ser querido. También puede averiarse antes (reemplazándolo le costará más) y generar costos ambientales más altos.
La mentalidad y la cultura pueden ser importantes. La gente en Japón, por ejemplo, deriva un sentido de significado de los rituales de consumir té japonés. Y como sugiere la anécdota de la pandemia, cuando se cortaron muchas de las fuentes típicas de significado, las personas parecían usar el mercado de manera efectiva para reconstruir el significado de sus vidas.
Como sociedad, estamos reconsiderando la relación entre trabajo y significado. También podría ser el momento de reconsiderar la relación entre consumo y significado. Resolver este rompecabezas puede ser la clave para vivir nuestras mejores vidas.
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