Dado que en la actualidad hay tantas formas de terapia que compiten entre sí, es posible que los pacientes que buscan tratamiento no siempre sepan las diferencias de enfoque entre ellos, o incluso cómo cada escuela de pensamiento entiende su problema. Por ejemplo, cuando se trata de una condición común como la depresión, muchos tratamientos afirman ayudar, pero la forma en que pretenden hacerlo varía ampliamente.
Antes de decidir qué tipo de terapeuta elegir, puede ser útil considerar algunas suposiciones básicas: ¿Qué cree este terapeuta que es la depresión y cómo se origina? ¿Qué hace que la depresión continúe y cómo ofrece alivio este plan de terapia?
Psicoanálisis y Terapia Psicodinámica
Sigmund Freud inventó el psicoanálisis e introdujo el concepto de terapia de conversación, que caracteriza a todos los modos de terapia discutidos aquí. Para muchos, la psicoterapia todavía significa análisis freudiano, aunque, de hecho, tanto la teoría como la práctica han evolucionado mucho.
Lo que subyace a toda terapia psicodinámica, y la distingue de otras terapias, es la creencia en un inconsciente, que mucho de lo que influye en nuestro comportamiento y vida emocional se encuentra fuera de nuestra conciencia. Dado que nuestros miedos y deseos inconscientes se manifiestan inevitablemente en la relación terapéutica, se convierte en un lugar para reconocer partes ocultas de nosotros mismos, así como expectativas implícitas y patrones de relación. Esa relación también sirve para proporcionar experiencias relacionales nuevas y curativas: por ejemplo, ser escuchado con comprensión o poder expresar pensamientos vergonzosos o enojados sin represalias.
Dado que se requiere tiempo para que esta relación única se desarrolle y surta efecto, los tratamientos tienden a ser más prolongados y menos específicos que en la TCC, por ejemplo. Se asigna espacio para una exploración más improvisada de nuestro yo menos racional, a través de discusiones sobre recuerdos, sueños, pensamientos, sentimientos y fantasías disociados (no reconocidos). Aunque no es especialmente adecuado para el análisis basado en la evidencia, los estudios han demostrado la eficacia del trabajo psicodinámico.
Entonces, ¿qué tiene que decir la terapia psicodinámica sobre la depresión?
Para Freud, la depresión es un tipo de agravio que sale mal, donde la pérdida de alguien a quien amamos y odiamos nos inspira a aceptar sus aspectos negativos para aferrarnos a ellos. Dicho de otra manera, podemos pensar en la depresión como las voces o cualidades negativas de figuras importantes (padres, hermanos, etc.) internalizadas como nuestras propias creencias sobre nosotros mismos. En lugar de estar enojados con un padre que nos hace sentir mal, aceptamos que somos terribles, para poder seguir amándolos; o, en lugar de culpar a los padres por estar deprimidos, nos culpamos a nosotros mismos por su dolor y nos deprimimos también. Estos patrones tempranos crean una baja autoestima y hacen que, a lo largo de nuestra vida, nos ataquemos injustamente incluso por las faltas y la crueldad de los demás.
Para los terapeutas psicodinámicos, la depresión no es una condición que pueda tratarse a través de cambios deliberados en los hábitos, como en la TCC, porque creen que los impulsores de nuestro comportamiento no están sujetos a un acceso o control racional. Por ejemplo, hay fuerzas que se resisten al cambio que deben abordarse. Solo el trabajo cercano y continuo con un terapeuta puede crear el tipo de entorno dinámico y de apoyo que hace posible el cambio y permite que los pacientes deprimidos lloren sus dolores y pérdidas, y sigan adelante.
Terapia de conducta cognitiva
La TCC surgió del trabajo de Allen Beck, él mismo un psicoanalista capacitado, que se frustró con Freud y quería crear un enfoque de tratamiento más orientado a objetivos y basado en la evidencia. La TCC combina terapia cognitiva y conductual en un enfoque estructurado que se ha vuelto muy popular, especialmente para aquellos que buscan un tratamiento rentable y con resultados relativamente inmediatos y medibles. Los tratamientos suelen oscilar entre 5 y 20 semanas y, dado que esta forma de terapia es adecuada para las pruebas empíricas, los estudios han demostrado su eficacia.
La TCC se basa en la idea de que el pensamiento destructivo se encuentra en el corazón de la disfunción y que podemos volvernos más saludables al identificar y corregir nuestras creencias fundamentales defectuosas, así como los pensamientos automáticos cotidianos que conducen a nuestros comportamientos problemáticos. En la raíz de esta idea está la fe en el poder de la introspección consciente, que podemos aprender a identificar y cambiar nuestro propio pensamiento. A diferencia de la terapia psicodinámica, la TCC no se preocupa tanto por los puntos ciegos o la resistencia al cambio, ni enfatiza la relación terapéutica como un espacio de descubrimiento y sanación. El papel del profesional de la TCC es introducir habilidades transferibles que puedan, en efecto, convertirnos en nuestros propios terapeutas, de modo que el tratamiento pueda ser más breve. Como parte de este proceso, los pacientes se involucran en ejercicios y tareas, como el establecimiento de metas y la identificación de distorsiones cognitivas, para aprender a crear nuevos hábitos por sí mismos.
Entonces, ¿qué tiene que decir la TCC sobre la depresión?
La TCC se originó como un tratamiento para la depresión y comparte con el psicoanálisis la creencia de que las ideas distorsionadas y negativas sobre nosotros mismos contribuyen a la depresión. Es probable que un médico tome una historia familiar, pero la TCC no se enfoca en las causas de la depresión o las relaciones pasadas, sino en las circunstancias presentes y los pensamientos de autoataque o desesperanza que mantienen una actitud depresiva en el aquí y ahora. Es probable que un terapeuta cognitivo conductual le pida a un paciente deprimido que identifique tales pensamientos automáticos (soy desagradable, nunca llego a ningún lado) y encuentre pensamientos de reemplazo que finalmente cambiarán los sentimientos del paciente sobre la situación y sobre sí mismo.
Lecturas esenciales sobre la depresión
Terapia basada en el apego
La terapia basada en el apego es un tratamiento desarrollado a partir de las teorías de John Bowlby, quien trabajó con niños separados de sus familias durante la Segunda Guerra Mundial. La creencia central de Bowlby era que la felicidad y la salud se basan en vínculos seguros con cuidadores amorosos y confiables y que las dificultades psiquiátricas en los adultos se remontan a las interrupciones en el apego temprano.
La teoría del apego organiza los patrones relacionales en cuatro categorías: seguro, evitativo, ansioso (preocupado) y desorganizado. A diferencia de la TCC, que pone menos énfasis en la historia de la infancia, la ABT prioriza una exploración de experiencias y traumas relacionales tempranos para comprender las estrategias de afrontamiento que, una vez necesarias, ahora están causando dificultades y angustia en las relaciones y el funcionamiento actuales.
Al igual que la terapia psicodinámica, ABT también enfatiza la importancia de la conexión con el terapeuta. Solo a través de la presencia segura, empática y perspicaz del terapeuta, el paciente puede establecer la confianza en la conexión humana necesaria para reparar viejos traumas y volverse autorregulado, reflexivo y encontrar alivio de los síntomas. ABT está respaldado empíricamente, aunque con menos evidencia que la que existe para otros tipos de terapia.
Entonces, ¿qué tiene que decir la terapia basada en el apego sobre la depresión?
ABT entiende la depresión como el efecto del apego inseguro y se centrará en las formas de relacionarse que contribuyen al estado de ánimo depresivo. Por ejemplo, un paciente deprimido puede mostrarse retraído o aislado, mostrando así un estilo de apego evitativo, o un paciente con un estilo de apego ansioso puede mostrar baja autoestima, una necesidad excesiva de aprobación y dificultad para regular las emociones negativas, todo lo cual se manifiesta tener depresión Desde este punto de vista, el tratamiento es una cuestión de restablecer la confianza en las conexiones humanas y un estilo de apego más seguro.
Conclusión
Tan claras como aparecen aquí estas clasificaciones y distinciones, el hecho es que no hay dos terapeutas que practiquen exactamente de la misma manera, y muchos ofrecen integraciones únicas de enfoques, influenciados por sus propias personalidades. Al final, elegir un terapeuta es un proceso muy personal, pero tener cierto conocimiento de las teorías que guían su trabajo puede ayudarlo a tomar una decisión informada sobre si es el adecuado para usted.
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