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Los pensamientos negativos que pueden rondar la cabeza de una persona pueden llegar a tener graves consecuencias para una persona, tanto en un ámbito laboral, como puede ser al llegar a una entrevista laboral, como a la hora de mantener una relación de pareja con otra persona o incluso afectar a nivel de relaciones sociales. El estar teniendo en la mente pensamientos negativos puede hacer que te encuentres mal y llegues a ver tu vida como un verdadero desastre.

Toda persona ha tenido alguna vez pensamientos negativos, algo que es completamente normal, ya que lo que no lo sería sería estar pensando las 24 hora del día, los 365 días del año, de forma positiva. Es natural tenerlos, si bien hay personas que con mayor frecuencia que otras tienen pensamientos negativos, llegando a existir quienes los tienen a todas horas, personas que ven como su mente se encuentra inundada de ellos, llegando incluso a padecer cierta obsesión por ellos, lo que acaba afectando a su estado de ánimo, un caso en el que es importante actuar para que la situación no se agrave.

Los denominados pensamientos negativos automáticos (PNA) consisten en una serie de mensajes cortos que se producen de manera espontánea en la mente, es decir, que la persona no los genera de una forma consciente. Este tipo de mensajes acostumbran a estar centrados en pensamientos sobre uno mismo o en los demás, teniendo una clara visión negativa y, aunque puedan no llegar a ser verosímiles, esa persona que los tiene considera que gozan de la total veracidad.

El efecto de los pensamientos negativos en tu vida

Los pensamientos negativos influyen de una forma directa en la vida de una persona, y esto puede generar que aparezcan diferentes consecuencias, como son, entre otras, las siguientes:

  • Pueden provocar síntomas a nivel físico, tales como taquicardias, cansancio, dolor de cabeza, insomnio, tensiones musculares…
  • Pueden favorecer la aparición de conductas que sean inapropiadas, como la inseguridad, la indecisión, la evitación o el bloqueo.
  • Pueden llegar a provocar la aparición de emociones que son dañinas para una persona, como es el caso de la tristeza, la vergüenza, la angustia, la rabia, la ira, la culpa o la decepción.
  • Se incrementa la posibilidad de que se llegue a padecer un problema de baja autoestima.
  • Pueden llegar a generar la aparición de diferentes trastornos de depresión o ansiedad.
  • Original problemas en determinadas áreas clave en la vida de una persona, como son los problemas familiares a causa de una irritabilidad continuada o los problemas labores por una falta de rendimiento a causa de esos pensamientos negativos.

Los pensamientos negativos pueden llegar a sabotear a una misma persona y afectar de forma considerablemente al desarrollo de su vida diaria, teniendo emociones potencialmente perjudiciales y que se estarán generando de forma insconsciente. Al mismo tiempo se estará viendo como el propio pensamiento va condicionando la propia conducta  de quién sufre este tipo de pensamientos.

¿De dónde proceden los pensamientos negativos?

Los pensamientos negativos pueden llegar a una persona por motivos diversos y complementarios entre sí, teniendo en cuenta la predisposición a ellos, el haber pasado por experiencias negativas o traumas y por el modelado de algunas figuras de referencia que tiendan a responder ante una determinada situación con ansiedad, preocupación, alarmismo, catastrofismo o pesimismo.

También pueden llegar a aparecer en personas que tienen un elevado nivel de autoexigencia, es decir, que no tienen apenas tolerancia con respecto a fracasar, a conseguir resultados que le parezcan mediocres o a cometer errores. De igual forma, afecta a quienes padecen de la necesidad de tener un control excesivo, con una baja tolerancia a los cambios, la incertidumbre, los imprevistos o la frustración, además de personas que necesitan la aceptación de otros, con una tolerancia baja con respecto a opiniones negativas de otras personas, el posible abandono o el rechazo.

Cuando consultar con un profesional

Cuando una persona sufre de pensamientos negativos automáticos que son duraderos, frecuentes, intensos, incontrolables e invasivos y que, por tanto, afectan al desarrollo de áreas vitales como las relaciones personales, el trabajo, los estudios…. o que llegan a provocar que surjan emociones negativas, es el momento de que esa persona se ponga en manos de un psicólogo. El especialista valorará estos pensamientos que resultan nocivos y, tras evaluar cada caso en particular se adoptará una serie de medidas a seguir y herramientas a utilizar con el objetivo de hacer frente a los mismos con el mayor grado posible de éxito.

Sin embargo, este tipo de pensamientos negativos tienen el problema de que en muchas ocasiones las personas consideran que son parte de su forma de ser y que no hay nada que hacer al respecto, una creencia errónea, ya que en este tipo de terapias existe un elevado grado de éxito y en muchas ocasiones se consigue favorecer el bienestar de la persona, ayudándole a dejar de lado ese tipo de pensamientos para hacer que tenga una visión más positiva de la vida y de todo aquello que le sucede.

Cómo hacer frente a los pensamientos negativos

Si el problema es grave y los pensamientos negativos están muy arraigados, la única forma de poder hacer frente a los mismos y eliminarlos será el recurrir a un especialista. Sin embargo, existen una serie de pautas que se pueden seguir para tratar de hacerles frente, como son las siguientes:

  • Tratar de aprender a relativizar y no ver cada posible problema como algo que es un drama, si no como algo que es simplemente desagradable.
  • Centrarse en los aspectos positivos de la vida.
  • Identificar los pensamientos y los efectos de estos sobre la conducta, las áreas vitales y las emociones.
  • Ser capaz de detectar y modificar los patrones de pensamientos.
  • Sustituir los pensamientos negativos por otros más positivos y realistas.
  • Entrenar la mente para así poder detener los pensamientos y tratar de concentrarse en lo que sucede en el presente.
  • Tratar de mantener una vida debidamente organizada, con diferentes rutinas de alimentación, sueño o ejercicio.
  • Realizar la práctica de técnicas relajantes como el yoga, la meditación o los masajes.

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